España. Miembros del equipo de cata de la Guía Peñín, una de las más importantes del vino en este país, resaltaron el “carácter afrancesado” de algunos de los vinos de la D.O. Toro, donde cataron y catalogaron los vinos que formarán parte de la edición del 2010, la cual saldrá al mercado en el mes de octubre de este año.
Maite Corsín y Susana García fueron las expertas que se encargaron de probar 166 caldos de todas las gamas y han adelantado que este año el nivel de los vinos toresanos será aún más alto con respecto a la Guía de 2009, en que ya quedarán en muy buen lugar.
”El nivel de Toro es altísimo», dijo Maite Corsín, quien explicó que «la categoría de fruta es tremenda y dejan unas sensaciones más apegadas a la uva”.
La catadora corroboró que las bodegas han sabido “domesticar” los “fuertes taninos” de la zona, a la vez que resaltó el «impresionante potencial de la materia prima» de la D.O.
A su juicio, en la evolución experimentada por los caldos “de más calidad” se percibe que “hay una mano de enólogos franceses; en Toro hay un interés por los vinos a la francesa y eso no es muy frecuente en otras zonas vinícolas de España, salvo en el Priorato”.
De hecho, puntualizó, los vecinos galos «optan por viñas viejas, fundamentalmente prefiloxéricas -de antes de producirse la plaga de la filoxera- y por uvas autóctonas, por eso tienen interés por la garnacha del Priorato y por la tinta de Toro.
El equipo de expertos de la Guía Peñín recorre, de febrero a junio, las alrededor de 70 zonas vinícolas de España para catar sus vinos in situ, aunque posteriormente en la oficina se lleva a cabo una “precata” entre los vinos que han obtenido 92 puntos “para ajustar las puntuaciones”.
Maite Carín explica que catan todo tipo de vinos, “todas las calidades» y todas las marcas, «y sino las bodegas no nos han mandado algunas, las pedimos”, subraya.
A la hora de valorar los caldos, señala, “cada zona es un mundo, aunque en los últimos diez años ha habido una evolución» en todas ellas. Así las cosas, uno de los aspectos que se tienen en cuenta es las «actualizaciones» que se han aplicado a los vinos para adaptarlos mejor al mercado, es decir, «las nuevas tendencias”.
Además, puntúa al alza «la expresión de la uva y el carácter de los suelos», así como la relación calidad-precio, algo «muy valorado por los extranjeros».
En la D.O. Toro, señala Carín, «hay una gran diferencia entre los vinos jóvenes, los cuales expresan las características de la vendimia de ese año, en este caso la de 2008, y los que tiene madera, que ganan mucho».
Respecto a los primeros ha adelantado que «son más cálidos que los de otros años, tienen a fruta más confitada», pero, se afianza, «lo mejor de Toro se hace con madera; con los crianzas salen cosas muy interesantes, sobre todo los que se hacen con una maduración más lenta de la uva, que suelen coincidir con los que elaboran las grandes bodegas; son vinos donde hay un equilibrio entre la expresión de la fruta y la acidez».
En general, afirma, «ha sido una añada muy buena». La Guía Peñín 2010 saldrá este año renovada a la calle para conmemorar su 20 aniversario y se publica en español, alemán e inglés.
Algunos "Toro" se encuentran entre los mejores del mundo»
En la última edición de la Guía Peñín, la de 2009, son varios los vinos de Toro que aparecen con una puntuación de 94 sobre cien, realmente elevada. Maite Carín, miembro del equipo de cata de la prestigiosa publicación, ha destacado, además, que algunos caldos de la zona se encuentran entre los mejores del mundo y ha mencionado en este sentido a “los San Román", los "Elías Mora", los "Dominio del Bendito", el "Albar" -de la bodega de Francois Lurton-, así como los "Termanthia" y "Numanthia"» que se elaboran en la antigua bodega de los Eguren, adquirida el pasado año por el grupo Louis Vuitton-Moët Hennessy.
En esta edición, según ha adelantado, “van a quedar mejor a partir de los robles y de las añadas de 2005 y de 2006”.
Según la catalogación hecha por la Guía Peñín, por debajo de 80 puntos “son vinos recomendables pero con ciertos defectos” y con 80 puntos “son vinos de buena elaboración que no tienen defectos”.
Los que han logrado 85 puntos “tienen ya una expresión varietal, una singularidad” y los que han alcanzado los 90 “se salen de los estereotipos, son vinos muy equilibrados, muy elegantes, con notas del terruño, de la uva propia”.
A partir de los 90 puntos, según las explicaciones de Maite Carín, “es mucho más difícil ajustar las puntuaciones; entra en juego la subjetividad de la Guía. Nosotros valoramos que sean vinos bebibles, que sepan a buena fruta y que se perciba el trabajo concienzudo que se ha hecho tanto en la viña como el que ha hecho el enólogo después en la bodega”.