La FAO publica un libro sobre los tesoros de la cocina indígena

Creado: Jue, 10/09/2009 - 23:30
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La FAO publica un libro sobre los tesoros de la cocina indígena

Las remotas tribus de los densos bosques tropicales o las heladas tierras polares son los guardianes de un valioso tesoro de alimentos nutritivos y saludables que sociedades más prósperas sólo pueden envidiar, según un libro publicado por la la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO).

El libro "Sistemas alimentarios de los pueblos indígenas" (Indigenous People's Food Systems) , fue publicado de forma conjunta por la FAO y el Centro para la Nutrición y el Medio Ambiente de los Pueblos Indígenas (CINE, por sus siglas en inglés) de la Universidad McGill (Canadá) .

"Este libro muestra el valor del conocimiento en las comunidades indígenas en diversos ecosistemas, y la riqueza de sus recursos alimentarios" , afirmó a Efe, Barbara Burlingame, Oficial Superior de Nutrición de la FAO.

La mala noticia -refiere- es que, a medida que retroceden los hábitat salvajes bajo las presiones económicas y que la globalización estandariza los modos de vida, estos alimentos indígenas están desapareciendo rápidamente, junto con las dietas que en su día mantenían a estas tribus sanas y esbeltas.

Sin embargo los investigadores del libro descubrieron que, en la comunidad Karen de Sanephong, cerca de la frontera birmana con Tailandia, 661 habitantes todavía pueden elegir entre 387 especies alimentarias, entre las que se incluyen la calabaza blanca y la oreja de árbol, también denominada hongo de madera.

La cocina local cuenta con numerosas especialidades deliciosas que no pueden encontrarse fácilmente en nuestro restaurante favorito, como la rana toro pintada o el puercoespín de cola de pincel (Atherurus africanus) .

La naturaleza -explica Burlingame- ha sido muy generosa con los karen, que disfrutan de 208 especies de hortalizas y 62 tipos diferentes de fruta, pero incluso en una zona árida y propensa a la sequía como la habitada por las tribus masai de Kenia, están documentadas 35 especies diferentes de hierbas, hortalizas de hoja y frutos silvestres.

También en el gélido norte de Canadá, los inuit (esquimales) de la Bahía de Baffin cuentan con 79 alimentos silvestres diferentes, incluyendo carne de caribú y foca anillada.

En comparación y según el libro, las dietas en los países occidentales industrializados son mucho más limitadas, dependiendo en gran parte de sólo cuatro cultivos comerciales- trigo, arroz, maíz y soja - a menudo consumidos como alimentos procesados o, a través del pienso, como carne.

Más alarmantes si cabe son los cálculos de la FAO según los cuales unas tres cuartas partes de la diversidad genética existente en los cultivos agrícolas se han perdido en el último siglo.

Los alimentos tradicionales no sólo saben bien en general, sino que a menudo contienen elevados porcentajes de micronutrientes.

De los 12 grupos indígenas estudiados en el libro, el porcentaje de energía alimentaria adulta procedente de alimentos tradicionales oscila entre el 93 por ciento de los awajún de Perú, entre los cuales la obesidad es prácticamente inexistente, y el 27 por ciento de los 500 habitantes de Mand, que actualmente se enfrentan a una serie de problemas de salud derivados de su dieta.

"Pasar de los recursos alimentarios tradicionales a alimentos comerciales viene generalmente acompañado de un aumento de desórdenes alimentarios como la obesidad, la diabetes y hipertensión arterial" , afirma Burlingame.

Por tanto, es importante conservar estos recursos, no sólo para los grupos indígenas afectados, sino también como una importante reserva de biodiversidad para todos los países.

Un primer paso, apunta Burlingame, sería intensificar la investigación para comprender mejor la importancia nutricional de estos alimentos y después ayudar a ampliar el mercado, a nivel local y lugares más lejanos, no sólo para la producción alimentaria sino también para las plantas medicinales.

Pero algo de esto podría estar ya sucediendo. Entre los inuit, que han desarrollado el gusto por la pizza congelada, los espaguetis y los refrescos carbonatados, el 31 por ciento de la energía total procedía, hace diez años, de fuentes alimentarias tradicionales, mientras que en 2006 este porcentaje había aumentado hasta el 41 por ciento, concluye.

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