1979 fue su primer año, el del estreno. Dos años después de las primeras elecciones celebradas en España tras la restitución democrática, se celebraban las segundas y salía por primera vez a la calle una publicación dispuesta a ser la compañera ideal de los espíritus más aventureros. La Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima, simplemente conocida como Campsa, presentaba una publicación turística con mapas de carreteras, hoteles y restaurantes de la península ibérica, sur de Francia y Andorra. Nacía la Guía Campsa, aunque ese no fuese su nombre oficial.
Comienza la Guía del viajero.
La Vanguardia del 8 de abril de 1979 lo anunciaba así: «Acaba de aparecer, editada por la compañía CAMPSA, la "Guía del viajero 1979", con los mapas de nuestras carreteras y de las estaciones de servicio y surtidores, unas sucintas informaciones turísticas y un amplio elenco —más de ochocientos establecimientos— de restaurantes seleccionados y clasificados por la "Cofradía de la Buena Mesa", de Madrid».
El artículo escrito por el periodista gastronómico Luis Bettónica, continuaba con las primeras discrepancias: «Desde luego, no todos estarán de acuerdo —tampoco lo estamos nosotros— con esta selección y con estas clasificaciones. Pero el tema es opinable, y no cabe aquí entablar bizantinas polémicas. De cualquier forma se ha de tener en cuenta que la "Guía del Viajero" es una primera edición: en este sentido consideramos que la obra tiene una notable importancia porque viene a incrementar el escaso número de guías gastronómicas de España realizadas por españoles, y porque ofrece al lector, especialmente al automovilista, una lista muy completa de restaurantes. Hay que esperar, claro está, una mayor rigurosidad en las futuras ediciones pues, dado el primer paso, resultará más fácil a los redactores de la "Guía" afinar sus juicios y corregir algunos errores que, aun respetando las opiniones ajenas, nos parecen graves e indiscutibles».
Aquella primera «Guía del viajero» publicada por Campsa clasificaba a los espacios gastronómicos con uno, dos, tres y cuatro soles, considerados los soles de la Cofradía de la Buena Mesa. En ese 1979 solamente tres restaurantes obtuvieron la máxima calificación, los cuatro soles: Arzak en San Sebastián y Jockey y Horcher en Madrid. En el siguiente escalón, el de los tres soles, trece establecimientos con nombres tan conocidos todavía en la actualidad como Akelarre en Bilbao, Zalacaín en Madrid, El Molino en Santander o elBulli —entonces Hacienda El Bulli— en Roses, Girona. En la categoría de los dos soles se reunían 49 comedores, en la de uno 275 y con una letra erre de color rojo, que indicaba «recomendación» aparecían el resto de los más de ochocientos que contenía en total.
El prontuario gastronómico de rúbrica española recibía además, según puede verse en el Boletín Oficial del Estado del 5 de julio de 1979, el título de «libro de interés turístico» por parte de la Secretaría de Estado de Turismo del Gobierno de España. Un reconocimiento oficial que conservaría hasta tiempos recientes, cuando la Guía Campsa todavía indicaba en su contraportada estar «declarada de interés turístico» por la Secretaría General de Turismo o por la Dirección General de Turismo, cuando esta sección institucional cambio su denominación.
De Guía del Viajero a Guía Campsa; de soles a surtidores y gasolineras.
Durante los sucesivos años, tal y como algunos reclamaron, la guía fue mejorando e introduciendo cambios. En su segundo año, 1980, sumó a sus soles la clasificación por tenedores de la entonces Secretaría de Estado para el Turismo, añadió de uno a cuatro puntos azules para señalar el interés turístico de determinados atractivos y una cama azul para resaltar hoteles, que contaban con las tradicionales estrellas oficiales.
1981, sin embargo, fue un año en blanco para la publicación de Campsa. En su lugar, y con el mismo nombre, el Banco Exterior de España sacó a la calle una guía con los mismos soles, aunque distinguía entre rojos y negros, y una agrupación en torno a municipios, regiones y comunidades autónomas de acuerdo a la nueva estructura territorial de la Constitución de 1978. En 1982, la publicación de la entidad bancaria española repetiría adueñándose definitivamente de las calificaciones que había venido empleando la guía de la compañía estatal de petróleos, así que esta tuvo que buscar una nueva manera de distinguir los restaurantes que recomendaba.
Fue así como comenzó a llamarse «Guía del Viajero Campsa» y cambió los primigenios soles por surtidores, que en aquel momento podrían alcanzar como máximo tres. A ellos, además, se sumó una clasificación especial, la de mejor restaurante del año. Un título que distinguía al mejor establecimiento del año anterior y que entonces recayó sobre el madrileño Zalacaín. En la tercera edición, veinte restaurantes recibieron tres surtidores, treintaiocho dos y 215 uno. No obstante, en diversas publicaciones de 1986 podemos ver por ejemplo como algunos restaurantes, como el catalán Boix, ubicado en el Pirineo leridano, obtenía cuatro surtidores de un prontuario que, por entonces, ya no estaba asesorado por la Academia Española de Gastronomía y la Cofradía de la Buena Mesa. Estas dos instituciones asesoraban, aquel año, a la «Guía del Viajero» que publicó la editora Plaza y Janés.
En 1989, con la guía del Viajero y la Campsa totalmente desligadas e independientes, aquellos «surtidores» eran llamados «gasolineras». Un vocablo para identificar su propia unidad de medida, con máximo de cuatro gasolineras, todavía instalado en el imaginario colectivo del mundo gastronómico y de aquellos conductores españoles que no podían salir de viaje sin esta publicación bajo el brazo. Este año volvía el asesoramiento de la Academia Española de Gastronomía y la Cofradía de la Buena Mesa a ella y en pleno verano, en reconocimiento a la labor divulgativa de la gastronomía española que llevaba realizando la última década, recibía el Premio Nacional de Turismo de Gastronomía Marques de Villena. Se correspondía, como es tradición en los actuales Premios Nacionales de Gastronomía, al año anterior, 1988.
Los restaurantes que aquel año 89 recibían la máxima calificación de la guía Campsa en España fueron Akelarre, Arzak, Goizeko Kabi y Jolastoki en País Vasco; El Amparo, Horcher, Jockey y Zalacaín en Madrid, y Hacienda El Bulli, Hispania, Hotel R. Boix, Neichel y Vía Veneto en Cataluña.
De Guía Campsa a Guía Repsol; de gasolineras, de nuevo, a soles.
La guía que nació bajo la premisa de «nadie conoce mejor la carretera que quien siempre está en ella», en un momento en el que el desarrollo de infraestructuras requería de un acompañamiento que guiase a los conductores a través de los nuevos viales e itinerarios, continuó transformándose. Las carreteras continuaban siendo importantes, indicar dónde estaban sus estaciones de servicio también, pero la parte gastronómica se convertía poco a poco en la gran protagonista de la publicación.
En 1999, siendo un reflejo de los tiempos y adaptándose a las tecnologías que iban surgiendo salió al mercado la primera Guía Campsa en CD-ROM. Un año más tarde, en el 2000 y a las puertas del nuevo siglo, un gran paso: el lanzamiento de su página web, nacía guiacampsa.com. Y lo hacía junto a otro nacimiento, esta vez en papel y de la mano del prontuario tradicional, la Guía de los Mejores Vinos de España.
El avance continuaría los años siguientes con la renovación del portal digital en 2004, la presentación de una newsletter semanal con información gastronómica en 2005, la publicación de un CD de navegación en 2006, la inclusión de la Guía Campsa en los GPS de la marca TomTom en 2007 y la llegada de una versión móvil de la publicación en el 2008. Justo un año antes de uno de los grandes hitos recientes. En el año 2009, la Guía Campsa se convertía en la Guía Repsol siguiendo la estrategia corporativa de esta compañía. La antigua Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima llevaba años siendo una simple marca de esta multinacional española y llegaba el momento de despedirla. Ese año, también, fue el del desembarco en redes sociales.
Tiempo antes, con los soles de vuelta, la Guía Campsa se había colocado a la cabeza en ventas. Medio millón de ejemplares vendidos certificaban la confianza de los españoles en la guía de la inconfundible espiral naranja. A partir del 2010, aprovechando la nueva denominación, tomaba un nuevo impulso. Entonces con Rafael Ansón al frente como director, la Guía Repsol se abría paulatinamente a Europa queriendo ganar influencia en el ámbito internacional. ¿El objetivo? hacerle sombra a su rival, la Guía Michelin.
Ese mismo año, el cocinero David Muñoz con su restaurante Diverxo se convirtió en el cocinero más joven en alcanzar los tres Soles, solamente tres años después de abrir las puertas. Mientras tanto, como prácticamente ha sucedido en todas las ediciones, País Vasco y Cataluña, seguidas de Madrid, han sido las comunidades que más cantidad de establecimientos con soles han acumulado, encontrándonos con valores al alza como Castilla y León, que en los últimos años ha sumado un buen número de comedores reconocidos por la Real Academia de Gastronomía, la Cofradía de la Buena Mesa y los inspectores de las academias regionales, los responsables de seleccionar y valorar.
La Guía Repsol, con más de cinco millones de ejemplares vendidos desde su primera edición en 1979, miles de visitas en su página web, el reconocimiento tanto de público como de profesionales y expertos, y distinciones como la Placa al Mérito Turístico otorgada por el Gobierno de España en reconocimiento a su labor, es a día de hoy una referencia inequívoca. Uno de los compendios gastronómicos más importantes, fiables y prestigiosos de España.
Fuente: Bon Viveur