Existen ciertos alimentos, ciertas marcas, que llevan tantos años arraigados a una cultura culinaria que a veces se olvida incluso su origen, y en qué momento se comenzaron a ver por las despensas de nuestros abuelos. Es el caso del Cola Cao, que ya en la posguerra – el producto nacía en 1946 – endulzaba y “chocolateaba” los desayunos y las meriendas de los españoles, o de Gallina Blanca, que revolucionó el mercado de los alimentos allá por 1937, con la creación de una máquina pensada para producir concentrados de carne y de verduras para hacer caldo, y que en 1954 adquiriría el nombre con el que ha llegado a nuestros días, la pastilla de Avecrem.
Pero tenemos que remontarnos incluso algunos años más atrás para situarnos en el surgimiento de uno de los indispensables de la despensa española: Carmencita, la marca de especias nacida en Novelda (Alicante) en 1923, que pone en valor a lo largo de todo este 2023 su centenaria historia.
No fueron fáciles sus comienzos, y es que España, en la década del 20, era un país sumido en la pobreza, y en el que el hambre asolaba muchos de los hogares. Tan solo el ingenio, la dedicación y la ambición permitieron al matrimonio formado por Jesús Navarro, fundador de la compañía, y a su mujer Carmen Valero, hacer de un pequeño proyecto familiar una empresa de especias que, hoy en día, exporta a más de 65 países y se ha convertido en un referente a nivel internacional de este alimento.
Aunque en su región natal se comerciaba, por aquel entonces, con distintas especias procedentes de Asia y África, fue el azafrán uno de los principales productos que Carmencita comenzó a vender, en pequeños envases de papel que contenían la dosis exacta para los guisos que se elaboraban en cada cocina del país.
En una época en la que aún no se dominaban conceptos como el naming o el branding, Jesús Navarro no se complicó especialmente a la hora de bautizar sus “carteritas” de especias. Escogió el nombre de su primera hija, Carmencita, a la que fotografió en su primer cumpleaños con un lazo en la cabeza, en la que sería la primera imagen de marca. No obstante, años después tuvieron que modificar esa fotografía, sustituyéndola por una vestida de flamenca, junto con un sombrero cordobés, para diferenciarse de otro negocio que disponía de un emblema similar.
Carmencita comenzó a llegar a distintos puntos de la península durante los años venideros, e incluso comenzó a comercializarse en las Islas Canarias. Pero la verdadera revolución llegó en la década de los 50, con la llegada de una maquinaria que facilitaba el proceso de envasado.
Esto permitió una mayor diversificación de los productos, y eso, sumado a los nuevos valores de modernidad y desarrollo que introdujo la siguiente generación, con Luis Navarro, Francisco Escolano y Jesús Navarro Valero al frente, permitió a Carmencita empezar a conseguir el renombre internacional del que goza. En 1990, Carmencita ya exportaba a 40 países, y actualmente, sus más de 60 productos se pueden encontrar en más de 65 países. Las materias primas, por su parte, se traen de todos los rincones del mundo: De Perú y Bolivia el orégano, de la India el jengibre o la cúrcuma, de Turquía el comino o el laurel, de China el ajo y el pimentón…
Un centenario cargado de proyectos
En un año tan especial para la marca como el 2023, que representa el centenario de su nacimiento, la firma alicantina ha querido desarrollar distintas iniciativas durante estos meses. Quizás la más llamativa es la construcción de la mayor fábrica de especias de Europa, por supuesto ubicada en Novelda, proyecto para el que se han destinado más de 20 millones. De esta manera, Carmencita podrá dar un paso en su propósito de alcanzar nuevos mercados, como es el de la restauración.
Pero la empresa no olvida tampoco la relevancia de los proyectos sociales. Además de la campaña Carmencita y Baltasar, que pone en evidencia la labor de inclusión que lleva a cabo la empresa, la firma quiso invitar a 32 mujeres ucranianas a empaparse de la historia de Carmencita, por medio de una visita a su fábrica y al Santuario de Santa María Magdalena, además de un posterior almuerzo, de manera que olvidasen por un día el enorme sufrimiento que le está produciendo a su país la invasión rusa.
La alta cocina española, un aliado de lujo parra Carmencita
La despensa española está repleta de sabores, como el propio catálogo de Carmencita puede demostrar. Unos sabores y texturas que desde el comienzo del siglo – sobre todo a partir de la irrupción de Ferrán Adrià en la década de los 90 – la alta cocina española se encarga de reinventar, perfeccionar y en definitiva, reivindicar como los mejores del mundo.
En el que es uno de los mayores eventos de gastronomía a nivel mundial, como es Madrid Fusión, Carmencita tuvo una destacada presencia en la pasada edición, celebrada en enero de este año, si bien acostumbra no perderse una sola edición de este evento de enorme repercusión. En esta ocasión, el stand de la marca tuvo el enorme placer de recibir a algunos de los mejores cocineros del mundo, como Martín Berasategui, los hermanos Torres o Hideki Matsuhisa.
“Madrid Fusión es para Carmencita un espacio donde compartimos experiencias y descubrimos las últimas tendencias y también las necesidades del mercado. Además nos permite encontrarnos con grandes chefs y explorar cómo nuestros productos pueden aplicarse a la alta cocina contemporánea”, expresó allí Jesús Navarro, presidente de la compañía.