Tuve la suerte de conocer a Bernardo Roca Rey en Madrid, con motivo de algún viaje que hizo representando a una entidad peruana.
Por aquel entonces, prácticamente no existía más que la Academia de Gastronomía Francesa, que contaba con personalidades de otros países, la Academia Italiana de la Cocina y poco más. Y tuve la oportunidad de plantear lo que en aquel momento era el proyecto más ambicioso en el mundo de la gastronomía: crear Academias Nacionales en Iberoamérica.
Ya había viajado a México y a Argentina para crear una Academia en cada país, y propuse a Bernardo Roca Rey que él encabezara la fundación de la Academia Peruana de Gastronomía. Y así fue.
Con una enorme capacidad de trabajo y un gran conocimiento del mundo gastronómico, la Academia de Perú se convirtió en una institución modélica a nivel internacional.
En ese sentido, recuerdo su colaboración en el proyecto Mistura de Gastón Acurio. Y, muy especialmente, la visita de la Academia Iberoamericana de Gastronomía, creada hacía poco tiempo y encabezada por Nicolás Muela y Alfonso Marín, conmigo como Presidente.
Creo que fue la primera vez, en Lima y de la mano de Bernardo Roca Rey, que se proyectó la exposición "Alimentos de ida y vuelta", es decir, de los 10 alimentos más importantes que los españoles y los portugueses trajimos de América, y los 10 alimentos más importantes que llevamos. Basta decir que España llevó, además del café, el vino, el aceite de oliva o los cítricos. Y que trajimos productos tan importantes como el cacao, la patata, el tomate o el pimiento.
Luego, Bernardo derivó sus actividades en el marco de la Administración, igualmente, con gran éxito.
Estoy convencido de que su muerte deja un gran vacío en la gastronomía de Perú pero, también, en la de Iberoamérica y del mundo.
Espero que descanse en paz y que pueda enseñar a cocinar a los ángeles.