¿Quién mató al menú del día?

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Verónica de Santiago
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menú del día

Durante décadas, el menú del día fue sinónimo de tradición, refugio y cocina asequible. Hoy, se enfrenta a una transformación profunda. ¿Está condenado a desaparecer o puede reinventarse para responder a las nuevas rutinas del comensal?

El menú del día ya no llena como antes

El menú del día era, hasta hace poco, un ritual cotidiano: dos platos, postre, pan y bebida por un precio razonable. Pero la realidad actual ya no es la misma. Horarios híbridos, teletrabajo, nuevas exigencias nutricionales y mayor consciencia sobre lo que comemos han descolocado a un formato que parece no haber evolucionado.

“El menú del día ya no es un formato en crisis. Es el reflejo de una hostelería que necesita escuchar mejor al nuevo comensal.”

El problema no es que ya no interese. El problema es que sigue anclado a fórmulas que, simplemente, han caducado.

De traje y corbata al tupper planificado: la rutina ha cambiado

Antes, los trabajadores salían a comer con traje. Hoy, muchos trabajan en casa, bajan en zapatillas o traen su propia comida en un tupper. ¿Por qué? Porque valoran comer ligero, equilibrado y sin dejarse el sueldo. Porque prefieren saber qué están comiendo. Porque planifican su semana con antelación. Y porque la comida casera vuelve a tener sentido.

Al fin y al cabo, si el outfit de oficina ha pasado de la chaqueta y la corbata a los vaqueros y las zapatillas, ¿por qué el menú del día sigue siendo el mismo? Si hemos aceptado la variedad y la comodidad en nuestra ropa, también la pedimos —y con razón— en lo que comemos.

El fenómeno del batch cooking y la planificación semanal ha crecido notablemente entre trabajadores urbanos, promovido por creadores de contenido digitales, nutricionistas y publicaciones de referencia. Esto ha normalizado el uso del tupper casero como una opción válida, sabrosa y consciente.

La monotonía no alimenta: por qué repetir mata el interés

menú del día

El mayor enemigo del menú del día no es el precio. Es la rutina. Los mismos platos, las mismas guarniciones, el mismo orden. Pocos bares han apostado por la rotación, por escuchar lo que quiere el nuevo cliente o por convertir el menú en una herramienta de fidelización real.

No es que el cliente no quiera menú del día. Es que no quiere volver a comer sin ganas.”

El menú del día puede ser una excusa para innovar, para atraer, para crear identidad. O puede ser el motivo por el que un comensal no vuelve más.

 

Costes al alza, calidad en caída: el equilibrio se rompe

Es evidente: los precios suben. Pero si para mantener el precio del menú hay que recortar calidad, usar fritos, productos congelados o reducir la frescura, el cliente lo nota. Y lo rechaza. Comer mal por obligación ya no es una opción para el consumidor de hoy.

Según los últimos datos del INE, el precio medio del menú del día en 2024 supera los 14€, de media en España, una cifra que no siempre se corresponde con la calidad del producto servido.

“Cuando pagar por algo sin alma se convierte en rutina, el comensal busca otra alternativa.”

La hostelería debe repensar el equilibrio: menos cantidad, más calidad. Platos con intención, incluso si son menos.

El comensal actual: más consciente, más exigente, menos indulgente

Hoy el cliente medio valora la transparencia, la frescura, la posibilidad de elegir bien y sentirse bien. Busca platos únicos equilibrados, menos elaboraciones pesadas y un trato que lo haga sentirse cómodo en un entorno amable y cuidado.

“El menú del día no es solo lo que se come. Es también cómo se sirve, cómo se siente, cómo se recuerda.”

En muchos casos, un solo buen plato dice más que tres sin emoción.

¿Cómo debería reinventarse el menú del día?

No es cuestión de abandonar, sino de adaptarse. Apostar por menús cortos, platos únicos equilibrados, ingredientes de temporada y una oferta coherente con el estilo de vida del comensal urbano actual.

La propia OCU ha señalado que los consumidores valoran cada vez más la transparencia, la posibilidad de personalizar el menú y la presencia de alimentos frescos y saludables, incluso en menús asequibles.

“Un menú del día flexible, nutritivo, cuidado y bien comunicado puede volver a ser irresistible.”

Las claves están en la honestidad del plato, la atención al detalle y la empatía con quien se sienta a la mesa.

Preguntas que la hostelería necesita hacerse ya

  • ¿Qué busca mi cliente de lunes a viernes?

  • ¿Le ofrezco algo diferente o le sirvo lo mismo de hace 10 años?

  • ¿Estoy cuidando los ingredientes, las cocciones, los tiempos?

  • ¿Estoy cocinando con intención… o solo sobreviviendo?

Yo también como de menú

No escribo esto desde fuera. Lo hago como una de esas personas que baja de la oficina a diario, con hambre y con prisa, buscando un lugar donde comer bien sin dejarse el alma ni el sueldo.

Camino por la misma calle, miro los carteles de tiza, los platos del día, y entro en unos y no en otros. No porque esté buscando alta cocina, sino porque busco algo que muchas veces echo de menos: comida hecha con cariño, un poco de variedad, un lugar agradable, y alguien que me atienda con amabilidad aunque esté hasta arriba de mesas.

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“No siempre se trata del plato. A veces, es el gesto del camarero, el detalle del pan caliente, la ensalada bien aliñada, o un arroz que no sepa a resignación.”

Yo defiendo el menú del día. Lo necesito, como tantos. Pero necesito también que no sea una rutina gris. Que me alimente sin adormecerme, que me recuerde a casa sin ser siempre lo mismo, que me permita volver a la oficina con el cuerpo satisfecho y la mente en paz. Sin dejarme el sueldo. Sin tragar sin pensar.

“Quiero seguir comiendo en bares de barrio. Pero necesito que esos bares también quieran seguir cocinando para mí, con intención, con humanidad.”

Sé que no es fácil. Sé lo que cuesta. Por eso lo hay que tomarlo como una oportunidad: la de volver a mirar a los ojos al comensal que entra, la de preguntarse si ese plato de hoy dice algo, si ese menú todavía tiene algo que contar.

Porque cuando se cocina desde ahí —desde la verdad, desde la escucha, desde el deseo de alimentar— el menú del día no desaparece. Se transforma. 

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Verónica de Santiago