Berlinesas: deliciosas e irresistibles

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María Carrasco
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Berlinesas

Ese bollo dulce relleno con el que todos hemos soñado de pequeños. La berlinesa es una de las estrellas de la repostería internacional. Su nombre no pasa desapercibido entre berlinesa, bomboloni o krapfen. Son, en realidad, dulces de carnaval, que visten las pastelerías de todo el mundo en cualquier momento del año. ¿Quién querría esperar un año para comer este manjar?

Es complicado también erigir un origen claro, por clarísimo que esté con su nombre berlinés. Pero es que su nombre original, krapfen, en alemán, implica que no solo Alemania tiene por qué ser su cuna, pues muchos dirían que nació en la ciudad austríaca de Graz. Por suerte, aunque no sepamos de dónde viene exactamente, ha llegado al estrellato internacional.

El dulce favorito de Centro Europa es un bollo hecho con harina, leche, azúcar, huevo, levadura, mantequilla, sal, vainilla y ralladura de limón. Son especialmente esponjosas y se rellenan tradicionalmente de crema. Mucha crema. También pueden rellenarse de crema de chocolate o mermelada de frutas. Obligado chuparse los dedos.

Son, más que fáciles, divertidas de cocinar, y perfectas para prepararlas si tienes niños a los que entretener.

Necesitarás para unas 15 berlinesas no demasiado grandes:

  • 500 g de harina de fuerza
  • 75 g de azúcar granulado
  • 2 huevos
  • 250 ml de leche entera
  • 4 g de levadura seca o 15 g de levadura fresca de panadería
  • 70 g de mantequilla 
  • 10 g de sal
  • Ralladura de limón
  • Esencia de vainilla

Para prepararlas hay varios pasos. El primero es mezclar la masa, el segundo freírlas y el tercero rellenarlas. Lo haremos de esta forma: 

En un bol, ponemos la leche templada con la levadura deshecha en ella. Entonces incorporamos azúcar, mantequilla y huevo para batirlos. Ahora es el turno de la harina con una pizca de sal y dejar reposar una masa lisa en forma de panecillo durante una hora hasta que doble su tamaño. 

Entonces, sobre una mesa, la amasamos y estiramos con rodillo hasta que su grosor alcance un centímetro y medio o dos centímetros. Cortamos en círculos (podemos ayudarnos con un vaso) y lo dejamos reposar durante otra hora (larga, o dos). Volverán a aumentar su tamaño gracias a que el gluten se habrá desarrollado. 

Ahora hay que freírlas en aceite de girasol hasta que doren por cada lado. Deben escurrir en papel de cocina para que no queden demasiado grasas. 

Finalmente, el relleno. Sea cual esa el que hayas elegido, lo mejor es que lo metas en una manga pastelera para clavarla en un lateral y poder rellenar la bolita. Puedes espolvorear azúcar granulado o glass por encima. 

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