Famoso por sus propiedades analgésicas, el té de árnica es una de las infusiones legadas de Europa y Asia que hoy ha cobrado especial interés en el panorama deportivo. Su base son las flores amarillas de la Arnica montana. Desde épocas antiguas, descubrieron su potencial medicinal para tratar dolores musculares, hematomas y esguinces. Aunque, no todo es color de rosa y te decimos por qué.
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Lo primero, destaquemos sus beneficios, Se trata de una bebida que ayuda a reducir inflamaciones, gracias a compuestos como el ácido gálico y la helenalina. Por otro lado, alivia dolores musculares, previene hematomas, favorece la cicatrización de heridas superficiales e incluso contrarresta molestias digestivas.
Sin embargo, nada de excesos con esta infusión. La parte negativa de ella es que puede generar náuseas, vómitos, diarrea y problemas cardíacos si se consume en grandes cantidades, derivar en alergias o efectos secundarios al interferir con anticoagulantes.
Todo ello indica que si bien es una elaboración natural, no está exenta de riesgos. Así que, aviso hecho, te compartimos la receta para esos momentos en que parece que nada es capaz de aliviar dolores.
¿Cómo preparar el té de árnica?
- Coloca un puñado de flores secas de árnica en un recipiente.
- Hierve agua y viértela sobre las flores.
- Deja que la mezcla repose durante 10 a 15 minutos.
- Cuela la infusión y sírvela.