Salud Mental: ¿Cómo nutrir el cerebro?

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Redacción Excelencias Gourmet
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Los misterios del cerebro humano han atraído durante años la atención de la ciencia. El pasado 4 de octubre, las investigaciones realizadas por David Julius y Ardem Patapoutian para revelar uno de esos enigmas fueron premiadas con el Nobel de Medicina. Sus descubrimientos de los receptores de la temperatura y el tacto, uno de los grandes secretos de la biología, abren nuevas puertas a los estudios relacionados con el sistema nervioso y a los tratamientos para disímiles afecciones.

En una entrevista con el diario español El País, Patapoutian explicaba de la siguiente manera cómo el dolor es un espejismo en el cerebro: "Es como cuando sientes hambre: No está ocurriendo nada, excepto que tu cuerpo decide que necesitas nutrientes y hace que te sientas así para que actúes. Se podría decir que tu cerebro te engaña para que pienses que necesitas hacer algo. Y normalmente acierta".

¿Qué elementos definen esa interrelación entre la alimentación y el cerebro humano? ¿De qué forma los nutrientes que necesita nuestro organismo, a los cuales alude el biólogo en su respuesta, influyen en la salud mental? ¿Cuál es el impacto de la dieta en el funcionamiento del sistema nervioso y en nuestras emociones?

Psiquiatría nutricional, hacia un esilo de vida saludable

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Cuando investigábamos sobre alimentación consciente para el número 79 de esta revista, un término conocido en inglés como comfort food, o comidas reconfortantes, llamó nuestra atención, pues sugiere un vínculo entre lo que ingerimos y los estados de ánimo. En situaciones de estrés, depresión y ansiedad es frecuente el consumo de este tipo de alimentos, altos en carbohidratos y procesados; sin embargo, diversos estudios indican que su efecto en las emociones dista de ser el que desearíamos.

"Los alimentos cargados de azúcar y con alto contenido de grasa que se nos suelen antojar cuando estamos estresados o deprimidos, por reconfortantes que parezcan, son los que menos benefician a nuestra salud mental", afirma en un artículo del New York Times Anahad O’Connor, quien cubre temas de salud, ciencia y nutrición, y es autor de volúmenes como The 10 things you need to eat.

La explicación sobre por qué esto ocurre, y aún más, las respuestas a las interrogantes que planteábamos al inicio, forman parte de un campo de investigación conocido como psiquiatría nutricional, el cual estudia los mecanismos biofisiológicos —influenciados por nuestra ingesta de nutrientes— que subyacen en el estado de ánimo y el comportamiento.

En su texto, O’Connor señala que históricamente la investigación nutricional se ha enfocado en gran medida en cómo los alimentos que ingerimos afectan nuestra salud física, en vez de nuestra salud mental. Pero un creciente corpus de indagaciones ha ido transformando ese escenario.

Una de las primeras pruebas aleatorias controladas para comprobar si el cambio de dieta podría ser efectivo en el tratamiento de la depresión se publicó en el año 2017. El equipo al frente de este estudio reclutó a 67 personas que padecían depresión clínica: un grupo acudía a consultas con un nutriólogo que les enseñó a seguir una dieta mediterránea tradicional; mientras el otro grupo, el de control, se reunía de manera regular con un asistente de investigación que les proporcionaba apoyo social, pero no consejos de alimentación.

El objetivo no era determinar si una dieta más saludable podía remplazar los fármacos, sino conocer si podía brindar beneficios adicionales, como el ejercicio, los buenos hábitos de sueño y otras conductas relacionadas con el estilo de vida. Por tanto, a ambos grupos se les aconsejó mantener los tratamientos con antidepresivos u otros medicamentos que les hubieran prescrito.

Luego de 12 semanas, la puntuación promedio de depresión mejoró en un grado mayor en el grupo que siguió la dieta saludable. Alrededor de un tercio ya no cumplía con los criterios de depresión, en comparación con un ocho por ciento de los que estaban en el grupo de control.

Aunque se reconoce la complejidad de llevar a cabo e interpretar estudios alimentarios como este, debido a la variedad de factores que inciden en lo que comemos y en el bienestar general de una persona, otras investigaciones han reportado hallazgos similares. Tomando en cuenta esos resultados, la International Society for Nutritional Psychiatry Research incluso recomendó en un artículo, publicado en la revista Lancet Psychiatry, que la psiquiatría nutricional debería convertirse en una parte rutinaria de la práctica clínica en las consultas de salud mental.

El Dr. Jerome Saris, autor principal del estudio Nutritional medicine as mainstream in psychiatry, zanja los debates en torno al tema con el siguiente argumento: "Los determinantes de la salud mental son complejos, pero la evidencia emergente y convincente de la nutrición como un factor clave en la alta prevalencia e incidencia de los trastornos mentales sugiere que la alimentación es tan importante para la psiquiatría como lo es para la cardiología, la endocrinología y la gastroenterología".

"No hay salud sin salud mental"

Publicado el pasado mes de octubre, el nuevo Atlas de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza en la importancia de dedicar recursos humanos y financieros para contribuir a servicios de salud mental de calidad, sobre todo luego de casi dos años pandémicos durante los que se ha puesto de manifiesto una creciente necesidad de apoyo en este ámbito. Tal como plantea el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, "debemos atender esta llamada de atención y actuar al respecto (…), porque no hay salud sin salud mental".

Uma Naidoo, directora de Psiquiatría Nutricional y Metabólica de Massachusetts General Hospital, confirma que ha observado un aumento en el número de personas que buscan tratamiento, sobre todo para la depresión, la ansiedad, el insomnio y los traumas.

"Creo firmemente que la pandemia silenciosa está en la salud mental. Aunque sea algo de lo que mucha gente no hable", asevera la autora de This is your brain on food, quien trabaja con los pacientes para mejorar sus estados de ánimo mediante la nutrición.

Al igual que Naidoo, otros médicos ya han comenzado a prestar especial interés a la dieta durante sus consultas. Uno de los referentes en esta área es Drew Ramsey, psiquiatra y profesor clínico adjunto del Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, quien inicia sus sesiones con nuevos pacientes haciendo un historial clínico y luego explorando la dieta de cada uno de ellos.

El autor de Eat to beat depression and anxiety basa sus consejos dietéticos en el consumo de mariscos, verduras, frutos secos, legumbres, y un poco de chocolate negro. Según ha explicado, ayudan a promover compuestos como el factor neurotrófico, una proteína que estimula el crecimiento de nuevas neuronas y contribuye a proteger las existentes. Asimismo, contienen grandes cantidades de fibra, grasas insaturadas, antioxidantes, ácidos grasos omega-3 y otros
nutrientes que mejoran la salud intestinal y metabólica y reducen la inflamación.

Su propósito, asegura, no es que las personas piensen que el único factor que interviene en la salud del cerebro es la alimentación; sino enseñarles que la comida también puede ser empoderadora.

Fuente: Revista Excelencias Gourmet No. 82

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