Mont-Reaga no es una bodega simple y llana. Con la naturaleza y la literatura de su lado, la empresa creada en 2003 decidió poco tiempo después que los campos de vides eran más que una fuente ideal para producir vinos. El paisaje en que se ubica y la propia rutina de su producción devenían atractivos de más para marcar la diferencia.
Mont-Reaga ha derivado, entonces, en un emprendimiento familiar, comprometido con el medio ambiente que ha sido su hogar, otorgándole a su vino una condición singular, protagonista a su vez de recorridos turísticos por la tierra del Quijote. De manera que defiende tanto el consumo del vino ecológico como el enoturismo. Sus prácticas respetuosas con el ecosistema le merecieron convertirse en la primera bodega en conseguir el certificado de La huella de carbono. Durante su participación en Organic Food, dialogamos con Laura Fresneda, administrativa de la empresa.
¿Qué diferencia a sus vinos del resto?
Principalmente nos aprovechamos de que estamos en Cuenca, donde hay un clima muy bueno para las uvas, maduran de manera diferente. Tenemos verdejos más maduros que nos aportan acidez, y nos ayuda a tener variedades diferentes como syrah, cabernet, merlot, que no se trabajan en la zona.
¿Qué tipos de vinos hacen?
Tenemos vinos blancos, verdejo sobre lías finas y un verdejo que fermenta en barrica y después está seis meses. Tenemos dos tintos, Tempo, que es un cabernet syrah al 50%, con crianza de 12 meses, Esencia que es la esencia de Monreaga, un syrah 100% también de 12 meses y por último, pero no menos importante, Fata Morgana, un vino naturalmente dulce de merlot 100%. Este se utiliza como postre o también antes de las comidas, con cualquier aperitivo como queso crema, mermelada, patés.
¿Dónde se comercializan?
Exportamos bastante y hacemos también etiquetas con la propia marca del cliente final, como ahora hemos hecho en Corea del Sur o también en República Dominicana.
¿Cuáles son los países que más le demandan su producto?
Depende de la gama. Por ejemplo, en Puerto Rico se vende mucho Tempo, a República Dominicana exportamos cosas más selectas como Clásico, que es uno de nuestros reservas, Blanco Crianza, que también es un poquito más especial y luego a Corea del Sur ha tenido mucho éxito Isola, que es uno de nuestros vinos jóvenes.
¿Cómo manejan las prácticas sostenibles en el proceso de elaboración?
Precisamente conseguimos el certificado de calidad La huella de carbono porque tenemos nuestra propia agua y nuestra propia electricidad. Estamos aislados eléctricamente, únicamente nos abstenemos con placas solares. Tenemos el pozo, nuestra propia planta de ósmosis inversa, donde el agua se limpia, se depura y ya pasamos a utilizarla dentro de la bodega. Luego tenemos la depuradora y una balsa de evaporación.
¿Qué ofrecen en la experiencia de enoturismo?
Sí, hacemos enoturismo desde 2007. Tenemos visitas guiadas desde lunes a sábado. Se da un vino de bienvenida, luego se hace un recorrido de una hora y media aproximadamente, en el que se ven todas las instalaciones de la bodega, se explican todos los procesos de elaboración y en la última media hora hacemos una degustación de tres vinos y un pequeño aperitivo frío de ibéricos y quesos manchegos.
También, como es una zona turística ofrecemos la posibilidad, sobre todo agencias que nos suelen contratar para disfrutar la experiencia del Quijote: visitar los molinos, la casa de Dulcinea, el castillo de Belmonte, y nosotros nos encargamos de complementar con la bodega y una comida en un restaurante de la zona.