Aguardiente: El fuego embotellado

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José Rafa Malém
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El ron cubano y sus bares son personajes sin historia escrita, que nos identifican como símbolo de cubanía, dentro y fuera del país. Son sonoros, musicales, tienen ritmo y sabor a Cuba, surgieron criollos con acento español, pero enraizados a nuestro suelo y con un sexto sentido, que es la creación del cóctel.          

Pero el consumo en Cuba de productos fermentados tiene sus antecedentes históricos. Mucho antes de la llegada de Cristóbal Colón, los aborígenes ingerían un producto proveniente del maíz, lo que nos hace suponer que esta bebida tenía alguna relación con la "Chicha", especie de vino o cerveza de maíz ofrecida por los habitantes de la Isla a Colón en uno de sus viajes.

El deleite de saborear las bebidas no comienza hasta la llegada del vino que "nuestro descubridor" trajo consigo a nuestro país, como parte de la dieta de su tripulación. Este producto venido de España se vendía y consumía en una amplia gama de establecimientos, que se crearon para tales efectos, y que con el tiempo fueron evolucionando y cambiando su nombre. Pero ese tema lo abordaremos en otro artículo.

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Volviendo a los antecedentes del ron, no podemos pasar por alto la utilización de los esclavos africanos para trabajar en los campos de caña, quienes exprimían los tallos para extraer el jugo. El líquido excedente o melaza se fermentaba. Según una leyenda, fue un esclavo quien de forma casual bebió ese jugo fermentado, provocándole un estado de embriaguez.

Fue así que los negros y los pequeños pobladores de la Isla comenzaron a fabricar una bebida fuerte y brutal, a partir del guarapo de caña, que los alegraba y reponía de sus fatigas, a la cual se le dio el nombre de "tafia".

En aquella época, un pirata muy reconocido hizo popular una bebida que duró hasta el año 1800, en la que llega a ser desplazada al sustituirse la tafia por el ron, y que llevaba por nombre el Draque, que incluía la hierbabuena macerada y cuyo descubridor fue el corsario Francis Drake (1540-1596). Esto marca un antecedente histórico de los inicios de la coctelería en Cuba.

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Por otra parte, se tiene conocimiento de que las negras descendientes de congos y carabalíes en la parte central del país, específicamente en Remedios, usaban una bebida llamada "Agualoja o agua de maloja" para la confección de ponches, que no era más que una especie de fermentación de hojas que se colaban y tenía un sabor fuerte y picantón, como el aguardiente.

El aguardiente de caña, apretados en una sola palabra lo dicen todo, un "agua ardiente". Los cubanos lo identificaron así y así se extendió al resto de las Antillas, y hasta Colombia, Honduras y México.

Luego de los recios aguardientes primitivos y de los rancios aguardientes indómitos, se sucedieron las destilaciones que trajeron al ron, que pronto dejó de ser una bebida áspera y pesada al paladar, para adquirir un refinamiento digno del mejor bouquet.

Pero aquellos aguardientes amigos no pasaron al pretérito. Todavía en la edad de los rones vive su edad legendaria el viejo aguardiente, porque también el paladar añejo se gasta sabores y caprichos añejos.

* Fragmentos del libro: Un brindis, por mi Habana.

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José Rafa Malém