El azar se ha aliado con el calendario este año para hacer coincidir un viernes y el Día mundial del Cava. Así que si nunca viene mal una copa de este espumoso a base de uvas, hoy descorchar una botella en su nombre antes de acabar la jornada es casi una obligación para celebrar y de paso empezar con buen pie el finde.
Aunque devenido de la influencia del champán francés, el cava tuvo su origen en el siglo XIX en la región del Penedés al sur de Barcelona adaptando el método tradicional champenoise. De ahí que resulte una Denominación de Origen Protegida supraautonómica de España, de hecho, de las más exportadas.
El término cava se debe a las bodegas donde se desarrollaba este proceso de elaboración, hasta que a finales del siglo pasado se empezó a conocer también como el producto en sí. Lo distintivo del cava respecto a otros vinos y bebidas derivadas de la uva es que se suelen utilizar preferiblemente las tipologías: Parellada, Macabeo y Xarel·lo y la realización de una segunda fermentación en la propia botella, donde se forman las burbujas y adquiere mayor aroma.
Aun cuando sea Cataluña la cuna del cava, gracias a sus condiciones climáticas y suelo calcáreo propicias para el cultivo de uvas, también zonas como La Rioja, Aragón y Extremadura cuentan con producción. En cada caso, tienen su propia versión, con ciertas licencias para usar otras variantes de uvas incluso.
Los márgenes entre un tipo de cava u otro los establece la cantidad de azúcar del licor que dependerá del tipo de azúcar que se emplee (azúcar de caña, mosto enriquecido…) y del vino base, es decir criado o en barrica.
El Brut Nature, por ejemplo, emplea hasta 3 gramos de azúcar por litro no añadido. Por otro lado, el extra Brut usa hasta 6 gramos por litro, el Brut hasta 12 gramos, el Extra Seco, entre 12 a 17 gramos, el Seco entre 17 y 32 gramos, semiseco 32 y 50, y el dulce más de 50 gramos de azúcar por litro.
Ya solo resta elegir qué botella descorchar hoy y…¡salud!