El cocinero Jordi Casas fue el ganador del Concurso Nacional de Pinchos y Tapas de México y ha aterrizado en Valladolid como seleccionado para representar a su país natal en el Campeonato Mundial de Tapas Ciudad de Valladolid.
Mexicano con un trocito de alma catalana, Casas es descendiente de español, lo que le ha hecho crecer en un mundo gastronómico dividido, con la cultura de la tapa como costumbre e ingredientes mexicanos como herramienta. "En México hacemos cocina española tradicional y en España hacemos cocina tradicional mexicana. He crecido con estos dos amores y estas dos culturas y he aprendido de ambas", ameritaba el cocinero sobre su madurez personal y culinaria en conversación con Excelencias Gourmet.
El mexicano explicaba a este medio que llevan meses trabajando en esta tapa, pues son conscientes de que se enfrentan a un alto nivel de competencia en la cuna de la cultura de los pinchos y las tapas como es España. "Independientemente del resultado que sea, nos vamos con el corazón lleno y encantados de poder traer un poco de México a España", recordaba.
Sobre su tapa, es mejor dejar que se explique el propio Casas sobre lo que ha traído su equipo:
"Les he traído al chamuco, que es el diablo, pero así le decimos en México, que significa "el que chamusca las almas al llegar al infierno".
Es una tapa que es un petardo, un TNT falso. Es un rollo de ceniza de chiles que envuelve pato con un xoconostle, que es una tuna, la fruta que da el cactus, pero es ácida. Y trae un elemento sorpresa que es el chilcuague, una raíz prehispánica que duerme la boca".
"He traído la cultura, la calle, la fiesta y la gastronomía de México, creando toda una experiencia donde encienden la mecha y sale el humo. El humo es el olor del incienso de las procesiones en México y los sabores mexicanos, que son el mole, los chiles, pero la tapa no pica, entonces es sabrosa".
Tampoco se libra del enigma la realidad de comer esta tapa: "Se come de dos bocados, el primero les da la bienvenida a México y el segundo hace que se enamoren de México, pero antes de eso tenemos que darles el show, que es inundarlos con el olor de las iglesias, de las procesiones, con ayuda del incienso. Visualmente, es muy colorido, muy emocionante, se prende la mecha para vivir la fiesta mexicana y se come la tapa de dos bocados para sentir todo lo que es México".
Para tomarla de la forma más correcta, debemos atender al maridaje que comparte Casas: un vino tinto de Valladolid. Sería, según el cocinero, la bebida perfecta para disfrutar de todo el cuerpo de los alimentos.
México y España, unidas por la cocina una vez más
La experiencia que supone la participación de México en este concurso es algo distintivo, una nueva tradición que Casas espera que comience a arraigarse en México, ya que "se está empezando a adaptar" la cultura de la tapa a los sabores mexicanos más característicos.
El mexicano compartía el orgullo de verse inmerso en este concurso, porque ello implica un crecimiento personal y profesional debido a las vivencias compartidas con los cocineros españoles en el marco del certamen.