Aunque la genética es sin duda el factor determinante que predispone a unas personas a que su tono de piel sea más moreno o no, también hay elementos que influyen a la hora de que el bronceado sea más o menos intenso y uno de los más importantes es la alimentación.
Y es que controlando lo que comemos nos será más fácil conseguir un aspecto saludale, una piel más bronceada y además controlar en cierta medida la posible aparición de manchas o arrugas protegiendo en la piel.
Existen cuatro nutrientes básicos que ayudan en un tono más bello de piel, como los alimentos ricos en betacaroteno, las vitaminas C y E, el manganeso y las grasas Omega-3.
El betacaroteno es un nutriente que al llegar al intestino se transforma en vitamina A y posteriormente pasa al hígado almacenándose en éste en forma de retinol, una forma de la vitamina A importante en la pigmentación de la piel.
Los alimentos ricos en betacarotenos son muchos y variados, pero principalmente consisten en frutas y hortalizas de color anaranjado, rojo y amarillo como la zanahoria, el mango, los tomates y los melocotones. También se encuentran en las hortalizas de color verde como las espinacas, el perejil y las acelgas.
La vitamina C es un potente antioxidante, y además estimula la formación de colágeno en la piel, otorgando una mayor elasticidad y mayor resistencia a nuestra piel. Esto será fundamental ya que al tomar el sol nuestra piel necesitará aumentar la producción de colágeno para no estropearse en exceso.
La vitamina C está en muchas frutas, principalmente en todos los cítricos y en otras frutas como el kiwi o la papaya.
La vitamina E también es otro gran antioxidante que además ayuda a la regeneración de la piel gracias a sus propiedades cicatrizantes. Se haya en la soja, en el aguacate o en el germen de trigo.
El Manganeso es un mineral que se encarga de la absorción de los rayos UVA, actuando como filtro y bloqueador de los radicales libres y al mismo tiempo ayuda también a la pigmentación de la piel.
Puede ingerirse en alimentos como los frutos secos en general, (especialmente las nueces), los cereales y las legumbres.
Los ácidos grasos omega-3 son fundamentales también a la hora de tomar el sol, pues se convierten en esenciales para el cuidado y la protección de la piel, evitando la deshidratación y ayudando a la protección de la piel ante posibles agresiones, quemaduras, etc..
En los pescados azules encontraremos las mayores concentraciones de estos ácidos grasos, como el atún, la caballa, el salmón o las sardinas. También encontraremos alimentos ricos en omega-3 en nueces, soja o germen de trigo.
Y por supuesto un extra de hidratación será fundamental, para mantener el buen estado y la elasticidad de nuestra piel durante los días de calor, por lo que beber más de 2 litros de agua nos será también de gran ayuda para recuperar los líquidos perdidos.
Sobra decir la importancia de controlar las exposiciones al Sol y usar siempre un protector solar de alta protección.
