La Unión Europea ha planteado la conveniencia de dedicar la mayor parte de los recursos a promover la transición ecológica, sostenible, medioambiental, por un lado, y la transición digital, de otro.
Por lo tanto parece lógico que el apoyo y el impulso al mundo de la gastronomía en nuestro país se plantee en esos dos esquemas.
Debemos promover todas aquellas iniciativas y proyectos que permitan una producción agroalimentaria más sostenible y, al mismo tiempo, apoyarnos en la digitalización para avanzar con más seguridad y de la forma más rentable posible en el siglo XXI.
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Formación profesional en el sector primario
Es verdad que ha sido y continúa siendo esencial la formación de los profesionales de la hostelería, de la restauración y del turismo. En ese sentido existen centenares de escuelas y cada vez hay más posibilidades de formación en el ámbito universitario.
Pero hay que plantearse también la necesidad de que los profesionales de otros sectores de la gastronomía, tan importantes como la producción primaria, tengan acceso a una formación profesional continua.
Los agricultores, los ganaderos y los pescadores son los principales protagonistas de la gastronomía, porque sin alimentos ni bebidas todo el resto de la cadena alimentaria no funcionaría.
Transición ecológica
Es fundamental que en la industria alimentaria, la más importante de España, se tengan en cuenta los criterios de sostenibilidad, además de los aspectos saludables, solidarios y satisfactorios.
Toda la cadena alimentaria debe implicarse para hacer llegar a los consumidores productos que se hayan generado de una manera respetuosa con el medio ambiente.
Por su parte, los consumidores españoles y los turistas que nos visiten deberían apoyar este planteamiento, eligiendo aquellos productos y prácticas más sostenibles.
Para ello habría que añadir a las calificaciones que se han hecho hasta ahora, estrellas Michelin o soles Repsol, basadas en la mera satisfacción, unas nuevas que orienten al consumidor sobre los productos, restaurantes, casas de comidas, bares, coctelerías, mercados, supermercados o comercios que dan prioridad y protagonismo a los valores de sostenibilidad medioambiental.
Y, desde los centros educativos, deberían ofrecerse cursos de formación que proporcionen a los profesionales de la cadena alimentaria, especialmente del sector primario, las herramientas necesarias para producir los alimentos de una manera más ecológica.
Transición digital
La necesidad de digitalizar todo tipo de actividades se hace cada vez más evidente en el siglo XXI. Las nuevas tecnologías ofrecen amplias posibilidades para conseguir que los negocios sean más rentables y el trabajo más eficiente. También pueden ser grandes aliados en aspectos como la formación, la investigación y la innovación.
Es necesario favorecer la transición digital y la integración de las nuevas tecnologías en todos los procesos de la cadena alimentaria.
Un buen comienzo sería a través de cursos de formación dirigidos a los diferentes profesionales, especialmente agricultores, ganaderos y pescadores, para que conozcan y valoren las ventajas de aplicar la digitalización en su trabajo y en sus negocios.
Transición gastronómica
Es importante trasladar todos estos proyectos al Gobierno español, en el marco de los objetivos europeos, para que nuestro gobierno pueda plantearlos en Bruselas y conseguir la financiación necesaria.
La Real Academia de Gastronomía ya está trabajando en este tema, tomando contacto con diversas instituciones educativas (como la Universidad Alfonso X el Sabio, donde la RAG tiene una Cátedra, o las Escuelas de Formación Profesional) y, sobre todo, con las diferentes asociaciones y corporaciones que integran la cadena alimentaria, que coordina el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y, más en concreto, la Dirección General de Industria Alimentaria.
Será muy importante la colaboración del Ministerio de Ciencia e Innovación y, por supuesto, con el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Es el momento de reconvertir la gastronomía y la restauración. Y, para ello, hay que preparar a nuestros profesionales para que puedan salir de la crisis creada (y que sigue creando la pandemia) de la mejor manera posible, con el apoyo de las administraciones públicas y de la Unión Europea.
Es, sin duda, el momento de la transición gastronómica. La gastronomía, a nivel mundial, debe pasar de ser una actividad puramente satisfactoria o placentera y sensorial, para consolidarse como una de las actividades más importantes del ser humano en el siglo XXI. Una actividad que tiene que ser saludable, solidaria, sostenible y, claro, satisfactoria.
Fuente: Gastrocultura