La resurreción del aceite de colza

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Gabriela Sánchez
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aceite de colza

Entre el amor y el odio se mueve el aceite de colza en Europa. Mientras, los escandinavos lo hacen la base de su dieta, los españoles rehúyen de él desde hace más de 40 años, marcado por el recuerdo del Síndrome del Aceite Tóxico de la década de los 80. Aunque con razones convincentes, ¿merece una segunda oportunidad este óleo extraído de la semilla de colza?

Debemos partir de sus orígenes.  Aunque proviene de la India, el impacto del aceite de colza en las cocinas fue mayor en Europa y Canadá, actuales productores principales. Se trata de un líquido que se obtiene de las plantas Brassica napusBrassica rapa. También se le conoce como aceite de nabinaaceite de canola. 

Lo que lo distingue del aceite de oliva o el de girasol es su riqueza en grasas saludables, vitamina E y proporción de ácidos grasos Omega-6 y Omega-3. No en vano es el preferido de los alemanes, los noruegos y los suecos.

Ahora bien, ¿qué pasa en España?

En los años 80 en España se comercializó este aceite adulterado con sustancias tóxicas, que afectó a unas 25.000 personas y apartó el producto de la dieta española. Sin embargo, la toxicidad no radicaba en el aceite en sí, sino en el fraude cometido. De ahí que sus vecinos como Alemania y Francia, lo usen regularmente tanto en crudo como para cocinar.

¿Qué tan beneficioso es?

El aceite de colza destaca por su bajo contenido en grasas saturadas y un alto nivel de ácido oleico, características que lo convierten en una alternativa saludable a otros aceites vegetales. Entre sus principales virtudes a la salud se encuentran los beneficios para el funcionamiento cardiovascular y en la prevención de procesos inflamatorios crónicos. Mientras, su aporte de vitamina E lo dota de propiedades antioxidantes, excelentes para combatir el estrés oxidativo y proteger las células del cuerpo.

Desde el punto de vista nutricional, el aceite de colza puede aprovecharse en casi cualquier receta: ensaladas, salsas o para cocinar carnes y pescados. De hecho, su alto punto de humo lo convierte en una opción ideal para freír y cocinar al horno, mientras que su sabor suave lo hace adecuado para aderezar platos en frío.

Sin restarle méritos al rey mediterráneo: el aceite de oliva, rescatar del olvido al aceite de colza en las despensas españolas supondría la posibilidad de incorporar opciones saludables a la dieta, al presentar una menor cantidad de grasas saturadas y densidad calórica , diversificar el consumo doméstico e incluso de restaurantes. A veces, las segundas oportunidades sí que pueden ser buenas. 

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Gabriela Sánchez