Esta semana hemos viajado hasta la bodega La Inglesa (Montilla- Moriles) primera bodega de Moriles en entrar en la Guía Parker, para hablar con su propietario; Antonio Doblas.
La bodega La Inglesa fue fundada por Antonio Doblas Alcalá, abuelo del actual propietario.
Explorar la historia del Lagar de La Inglesa es adentrarse en el legado de Montilla y su tradición vitivinícola. Este palacete de estilo neoclásico, que cuenta con una capilla y una bodega con botas antiguas y vinos excepcionales, se encuentra en el corazón de la Sierra de Montilla, en el paraje de Riofrío, una zona de Calidad Superior, y alberga obras de un valor incalculable.
La importancia de la Guía Parker, creada por el renombrado crítico estadounidense Robert Parker, The Wine Advocate se ha establecido como un referente de calidad y prestigio en la industria del vino. Sus puntuaciones, que van de 50 a 100 puntos, son un criterio fundamental tanto para los consumidores como para los productores a nivel global. Una calificación superior a 90 puntos, como es el caso de La Inglesa, indica vinos excepcionales, que destacan por su complejidad, carácter y alta calidad.
La Guía ha otorgado a cinco de las referencias de La Inglesa unas puntuaciones excepcionales: Fino en Rama: 91 puntos, Solera Fina: 92 puntos, Fino Pasado: 93 puntos, Palo Cortado: 93 puntos y Amontillado: 95 puntos
¿Qué significa para ti ser la primera bodega de Moriles en entrar en la Guía Parker?
Es una gran noticia, muy agradecido por el reconocimiento de Robert Parker al incluirnos en su guía. Es muy motivador saber que el camino que llevamos es el correcto, y nos impulsa a seguir criando los vinos con entusiasmo. Este reconocimiento no es solo la recompensa a los actuales integrantes de la bodega, sino también a la figura de mi abuelo, que nos dejó un legado donde el camino estaba definido.
¿Qué es lo que diferencia los vinos de La Inglesa de otros vinos de la zona?
La antigüedad de las soleras, las crianzas largas, la detención del tiempo. Actualmente estamos en la tercera generación de la bodega.
La bodega tiene un perfil muy marcado en toda la escala de nuestros vinos, vemos de dónde vienen, dónde están y hacia dónde van.
La opinión de los clientes es muy importante, ¿cómo llevas las críticas a tus vinos?
Las críticas, en líneas generales, son muy positivas. Hasta ahora, la calidad de nuestros vinos está muy bien aceptada por el cliente lo que nos anima a seguir está línea de trabajo.
¿Qué expectativas tienes para este 2025?
Seguir el paso que llevamos, con pies de plomo. Afianzarnos en el mercado nacional e internacional y seguir la línea de calidad que tenemos. Haciendo las cosas bien, y, con mucho trabajo, creo que los éxitos vienen solos.
Contamos con un pequeño pero maravilloso equipo. El trabajo que desarrollan en la bodega es fundamental. Desde el equipo de bodega, hasta Santi Carrillo y Cristina Ybarra, que son los encargados de divulgar y promover nuestros vinos, nada sería posible.
Sabemos que estáis a punto de sacar unas sacas especiales, ¿nos puedes adelantar algo?
Así es, vamos a sacar una selección de botas únicas, Single Cask. Hay de todo, dos amontillados, un palo cortado y un Pedro Ximénez dulce. Van a salir 100 medias botellas de cada uno de ellos. Estos vinos simbolizan lo que hay dentro de la bodega, ya que pensamos, que dentro de lo poco que hay, tenemos que disfrutarlos con amigos y por supuesto, con clientes.
Dinos platos o alimentos que complementen bien con tus vinos
Ambas crianzas, tanto la biológica como la oxidativa, se pueden tomar solas, como aperitivo o después de comer.
Si hablamos de la biológica combina muy bien con marisco, especialmente con la quisquilla; verduras, como el puerro o el espárrago; pescados blancos, como la lubina y carnes blancas, como el conejo o el pollo.
En cuanto a la oxidativa, hablamos de platos más elaborados como los guisos; fabada asturiana, lentejas con chorizo, patatas a la riojana o carrilleras en salsa y, por supuesto, carnes rojas de vaca o de caza.
Cuéntanos una anécdota entre botas
Desde pequeño he estado muy ligado a la bodega. Recuerdo aquellos momentos en los que mi abuelo me involucraba en todo lo relacionado con ella. Uno de los momentos que recuerdo en la bodega, es cuando me pedía sacar vino de las botas más altas. Yo con mis pequeños brazos y piernas, gateaba para subir a los lugares más difíciles mientras él se reía, le hacía gracia ver cómo me esforzaba, pero lo que más me gustaba era que él quería estar conmigo, enseñándome todo lo que pudiera aprender.
También tengo recuerdo de aquellas reuniones que tenía mi abuelo en la bodega de Moriles y de Montilla. Con apenas 7 u 8 años, me ponía un pañuelo en los ojos haciéndome una prueba y me decía “vete a otro lado para que no veas nada”. Al poco rato, me llamaba y me sacaba un fino, un amontillado y un dulce y me pedía que adivinara cual era cada uno. Yo tenía que pensarlo un poco, pero él sabía que, los decía correctamente, por eso lo hacía.
