EN EL CALLAO, NO SOLAMENTE HAY CHOROS, TAMBIEN HAY CHORITO A LA CHALACA
Hace algunos años, ¡pero muchos años atrás!, cuando estudiaba cocina en (Centro de Formación en Turismo) CENFOTUR mi profesor de cocina peruana, Don Víctor AGUILAR Coronado (1), CHEF, así con mayúsculas, nos encargó un trabajo de investigación. Era el caso que yo, miembro de la Gloriosa Marina de Guerra del Perú, trabajaba en esa época en la Provincia Constitucional del CALLAO, y el día de la asignación del trabajo en mención, un compañero de estudios comentaba que días atrás había sufrido un asalto en el Callao. El profesor me mira y me encarga lo siguiente: Tafur, su trabajo es “La Cocina del Callao: Choritos a la Chalaca”.
Y así comenzó un trabajo que le denominé “EN EL CALLAO, NO SOLAMENTE HAY CHOROS, TAMBIEN HAY CHORITO A LA CHALACA” (nombre que años después encontré en una monografía de un alumno de CENFOTUR) y me propuse a encontrar la relación entre: CHORO Gastronomico y LADRÓN.
La gran mayoría de los cocineros en todo el mundo lo conocen como “MEJILLON”. En Perú, Argentina y Colombia lo llamamos “Choro”. En España “Mejillón”, Inglaterra “Mussel”, Italia “Cozza” y en Portugal “mexilhões”. Su nombre científico es “Mytilus edulis”.
Actualmente, creo yo, la frase de moda parece ser "Hay tanto choro que ya no se puede salir a pasear"....lo escucho en Lima, Arequipa, Callao, Iquitos...etc, es decir en todo el Perú. Como cocinero y amante de la exquisitez de un “chorito a la chalaca” me debo preguntar: ¿Qué culpa tiene este simple molusco para confundirlo o llamarlo con el mismo nombre de un truhan o rufián? Ya me imagino el calvario de tan delicioso ingrediente obligado del “chorito a la chalaca”.
Los “responsables”, si así lo tendríamos que decirlo serían los GITANOS (de la «etnia» romaní ibérico), el idioma de ellos es el “CALO”, en el que existen una serie de palabras para referirse en forma negativa a los "ricos o magnates", como así también al acto de robar, tales como: CHORÍ, CHORARÓ, CHORIBAR o CHOREAR.
En realidad, llamamos "choro" a aquel que sustrae lo ajeno y lo toma para sí de forma nada lícita -un ladrón para entendernos- la única forma de relacionarlo es que cuando nuestro héroe gastronómico para alimentarse abre su concha y toma el fitoplancton y/o materia orgánica en suspensión, lo hace tan rápido que muchas veces no reparamos en ello, menos la víctima.
Delicia tan Chalaca, y fiel acompañante de una cervecita negra y helada, quiero pedirte disculpas por tan imperdonable confusión.
(1) Lamentablemente Fallecido-