Las tontas y las listas: rosquillas tradicionales para celebrar San Isidro

Creado: Jue, 11/05/2023 - 04:53
Autor:
Credito
Lucía Vázquez
Categoría
rosquillas

Como cada 15 de mayo, la ciudad de Madrid se llena de chulapos y chulapas dispuestos a bailar un chotis en honor a su patrón, San Isidro Labrador. Tradiciones que van pasando de generación en generación, como es el caso de las rosquillas del Santo. Son cuatro: las tontas, las listas, las de Santa Clara y las francesas. La masa de estas rosquillas es común en todas, lo único que cambia es la cobertura.


El origen de esta tradición se debe a ‘Tía Javiera’, esta conocida mujer en la ciudad de Madrid empezó a cocinarlas y venderlas por las calles de Madrid a finales del siglo XIX. La receta de esta comerciante, llevaba aguardiente en lugar de azúcar, y vendía sus dulces todos los 15 de mayo en su puesto de la Pradera de San Isidro. Poco a poco la fama de sus roquillas se fue haciendo cada vez más grande, y muchas personas comenzaron a imitar su receta y a vender las rosquillas asegurando ser familiares de ‘Tía Javiera’. La gran cantidad de imitadores que le salieron a ‘Tía Javiera’ inspiró un sainete popular que decía: “Pronto no habrá, ¡Cachipé! / en Madrid duque ni hortera/ que con la tía Javiera / emparentado no esté”.


La masa de estas rosquillas se elabora con harina, huevo, azúcar, aceite de oliva suave, levadura y anís (en grano o líquido). En cuanto a la cobertura, las rosquillas tontas, hacen honor a su nombre al tratarse de las mas simples de las cuatro. Tan solo se bañan con un poco de huevo, para que cojan un color más tostado al hornearlas. Por su parte, las listas van recubiertas de un glaseado compuesto por azúcar, clara de huevo y limón, que deja las rosquillas con un color amarillento.


Asimismo, las rosquillas de Santa Clara también tienen una historia propia, de la cual surge su nombre. Las monjas clarisas fueron quienes empezaron su elaboración en el siglo XV, y los beneficios que obtenían al venderlas, lo destinaban a obras de caridad. La cobertura está hecha con merengue seco que se pone solo en la parte superior de la rosquilla. Finalmente, las rosquillas francesas son las más similares a las tontas. La mujer de Fernando VI, Doña Bárbara de Braganza, mandó hacer a los cocineros de la Corte unas rosquillas nuevas, pues las tontas le parecían muy simples. Esta nueva versión dio lugar a unas rosquillas -las francesas- cubiertas de almendra picada y azúcar.
Estos cuatro tipos de rosquillas son una tradición castiza de los madrileños, con las cuales celebrar el día del patrón de la ciudad de una forma dulce y deliciosa.

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