Al parecer, Ovidio no conoció las frutas del Nuevo Mundo, ni el ron ni los cócteles. De haberle sido posible, probablemente se hubiera inspirado en alguno de estos portadores de bondades para su certera afirmación, que a modo de exergo encabeza el presente trabajo. Aunque no tan antiguos como el vino, los antecedentes de la Piña Colada ya van cumpliendo su primera centuria. Ya desde diciembre de 1922 la revista Travel publicaba "Pero la mejor de todas es una piña colada, el zumo de una piña completamente madura -una bebida deliciosa de por sí- agitada vigorosamente con hielo, azúcar lima y ron Bacardí, en proporciones adecuadas. ¿Qué puede haber más exquisito, más dulce y más aromático?"
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Y algo anticipadamente a su tan reconocido como verdadero origen, aunque coincidente en cuanto a ingredientes, la visión foránea opta por enmarcarla, amén del contexto geográfico y cultural, en una cuna que se hubiera sentido feliz de acurrucarla: "Las bebidas en las Indias Occidentales van desde el famoso ponche de ron de Martinica hasta la Piña Colada de Cuba (ron, piña y leche de coco)". (Diario The New York Times 16 de abril de 1950)
Sin embargo -y sin coco ni alcohol- existe constancia documental de bebidas refrescantes con igual nombre en el Recetario internacional de Cock-Tails, de Salvador Trullous Mateu y en El arte del cantinero o los vinos y licores, de Hilario Alonso Sánchez, publicados por la Editorial Fernández, La Habana, Cuba, en 1937 y 1948, respectivamente:
Piña colada
- Jugo de piña
- Cucharada de azúcar
- Completar recipiente con agua y hielo Batir, colar y servir.
Piña sin colar
- Un cuarto de piña machacada
- Cucharada de azúcar
- Añádase hielo fino y agua
- Batir y servir, sin colar.
Con franca influencia de la ya universal -y en la actualidad, resurgida con nueva fuerza- coctelería tiki, iniciado su auge entre 1930 y 1940 por los norteamericanos Don the Beachcomber y Victor Jules Bergeron. Hábil y oportunamente en su tiempo, extrapolaron la cultura polinesia y los modos de hacer la coctelería en el Caribe, a base de rones y frutas, lo que pone de manifiesto las favorables condiciones para que en esta parte del planeta fueran creadas verdaderas joyas del buen beber.
La historia, con respuestas para casi todo, aun cuando existan diferentes versiones sobre un mismo hecho, conduce a la más aceptada referencia sobre la paternidad de la Piña Colada, atribuida a Ramón "Monchito" Marrero, barman del hotel Caribe Hilton de Puerto Rico, en el año 1954. Puede asociarse este surgimiento con un proverbio de alcance planetario: "a grandes males, grandes remedios". Acontecía en el propio país y año una huelga de los obreros dedicados a cortar cocos, recipiente natural que identificaba una bebida local conocida como Coco-Loco, compuesta de vodka, tequila, ron y piña. Se atribuye fuera esta la causa de que el coco, como rústico recipiente, fuera sustituido por una piña fresca ahuecada; pero sin dejar de constituir ingrediente.
Y tan tremendamente boricua resultó esta refrescante preparación, que en 1978 fue declarada trago nacional de dicha nación del Caribe insular. Apenas transcurrido un año de este singular reconocimiento a la creatividad gastronómica, el talentoso músico británico-norteamericano Rupert Holmes -comparado por la revista Rolling Stones con Bob Dylan- proporcionaría nueva visibilidad sobre el mencionado cóctel, con su canción Escape, la cual, por repetirlo en cinco de sus siete estrofas, pasó a ser identificada como La canción de la Piña Colada. Suerte de argumento ligero para comedias románticas, véase cómo fue recurrentemente insertada en el diálogo de una pareja aburrida del matrimonio, que acuerdan "fabricar" una ingenua infidelidad que les evite la ruptura, donde la esposa responde:
"Sí, me gusta la Piña Colada y ser sorprendida por la lluvia. // Me va más el champán que los alimentos saludables. // Tenemos que encontrarnos mañana mismo al mediodía y dejar esta burocracia atrás. // En un bar llamado O’Malley’s, en el que planearemos nuestro escape."
Sin dudas, Holmes tuvo su acierto, ya que esta pieza correspondiente a su quinto álbum discográfico, llamado Partners in Crime, alcanzó posición muy destacada en las listas de éxito del Billboard, resultando el último hit número 1 de la década del 70 del siglo xx. Además, ha formado parte de las bandas sonoras de filmes tales como Shrek, Wanted y Guardians of the Galaxy.
Vale destacar, por cierto, que el éxito de los cócteles no pocas veces ha trascendido de su aceptación y consumo por quienes gustan beberlos, a poco menos que "protagonizar" escenas de filmes, como son los casos del Champagne Cocktail, en Casablanca, bebido por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman; el Tequila Sunrise, como nombre del largometraje, que contó con la actuación de Mel Gibson y Michelle Pfeiffer; el Manhattan, improvisado dentro de una bolsa de hule, por Marylin Monroe (junto con Tony Curtis y Jack Lemmon) en Algunos prefieren quemarse; y el Bloody Mary, bebido seguidamente por Rosy de Palma en Mujeres al borde del ataque de nervios, entre diversos ejemplos más.
Y, dicho sea de paso, ¿por qué es colada esta piña?
Porque algunos antecesores de nuestro "Monchito" colaban la mezcla de agua con la pulposa fruta, acción imprescindible para obtener su jugo -o dicho más correctamente, néctar- para eliminar las partículas sólidas de la bebida y hacerla más agradable de beber; algo similar a lo que suele hacerse con los zumos de frutas cítricas (naranja, toronja y limón), al colarlos para evitar la presencia de las pepitas contenidas en los hollejos. Qué pena, sobre todo para aquellos con dificultades para limpiar sus intestinos con la frecuencia necesaria, desperdiciar la celulosa natural que contienen estas frutas y que tanto ayuda a la formación natural del bolo fecal… En fin, que se le quedó el apellido de colada, quizá para siempre considerarla como cosa grata que cala paladares y vocación por agradar.
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Vaya, entonces, en su merecido motivo de celebración, la felicitación y un fraterno chínchín (choque simbólico) de copas, enviado por sus más cercanos parientes iberoamericanos: la mexicana Margarita, la brasileña Caipiriña, el peruano Pisco Sour y el muy cubano Daiquirí. ¡Salud, paradisiaca invención, te desean todos a los que mucho gustas y se les ilumina el rostro de tan solo pensarte!
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