La ciudad de Regina en Canadá se ha convertido en el microuniverso que tantos añoramos para una alimentación solidaria: el primer supermercado gratuito. Su nombre es BMO Asahtowikamik Community Food Hub, y no es un depósito, ni un comedor, sino un mercado al uso con lineales de vegetales, carnes, lácteos y productos de higiene cuya peculiaridad es ser libre de costes.
Aunque posee cajas registradoras, no hay engaños en la dinámica. Quienes compren allí poseen una tarjeta de “crédito simbólico” con 200 dólares canadienses, disponibles cada dos semanas para elegir libremente cualquiera de estos productos. El ticket es solo una estrategia para controlar inventario y patrones de consumo, pero al final siempre muestra $0.00.
La filosofía noble de Asahtowikamik
Su propio nombre del dialecto cree lo anuncia de alguna manera: una “casa de alimentación”. Con esta premisa, el supermercado funciona como un proyecto en favor de la soberanía alimentaria y la identidad cultural de la comunidad. Su misma financiación fue gracias a grandes donaciones y a miles de pequeñas contribuciones de la comunidad.
El resultado es un banco de alimentos, pero cuya virtud es la posibilidad de elección propia. Lo que termina siendo una donación, en este caso lleva implícito el plus de la dignidad.
Desde su implementación a mediados de 2024, el supermercado ha permitido alimentar a un 25% más de personas. El 50% de su oferta es local, proveniente de agricultores y productores de Saskatchewan, garantizando frescura, menor transporte y un impacto directo en la economía regional.
El edificio funciona a su vez como espacio educativo, mural comunitario, patio de juegos y cancha de básquet, y puede recibir a más de 200 familias al día en talleres de alimentación, entre otras actividades. Así se redondea como una iniciativa integral en nutrición, educación financiera y soberanía alimentaria.
La apertura del Asahtowikamik llega en un contexto crítico para la localidad con 30,6% de la población afectada por la inseguridad alimentaria y un aumento de más de 76% de visitas a bancos de alimentos en los últimos 5 años. Quizás sea este un modelo que merezca replicarse en aquellas comunidades dentro y fuera de Canadá que enfrentan crisis alimentaria.