Habana Blues: Llevar el arte a la mesa como esencia

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Harold Iglesias Manresa
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Habana Blues

En el horizonte se avista el 16 de noviembre del 2019. La Habana ya coquetea con su aniversario 500 y una revolución en muchos ámbitos mueve la ciudad. Como un barco de cinco siglos cargado de historias que ansía entrar a nuestro puerto y reverenciar una de las siete villas fundacionales de Cuba.

Poco más de un mes después la Paladar Habana Blues apenas arribará a su cuarto año de vida, pero lo que comenzó siendo una idea germinada de una colaboración con actores y actrices de la telenovela "Latidos Compartidos", quienes acudieron a Arte Chef en busca de ayuda, y por esas andaduras del destino recalaron en "Razones y Motivos" para adquirir experiencias, tanto en calidad de observadores participantes, como en la práctica, sobre las dinámicas de la gastronomía y los restaurantes, con aquellos talleres seminarios incipientes bajo la tutela entonces del Sommelier Yoel.

Sin embargo, el leit motive del dramatizado, en el cual dos paladares (Vereda y Tropical) convivían bajo un velo de disputas de diversa índole, terminó siendo el argumento para que Alejandro Dopico, con formación como técnico medio en electrónica y contabilidad, se decidiera a inaugurar el 10 de diciembre del 2015 este sui géneris Restaurant, en el cual llevar el arte a la mesa, es un sueño posible.

Tres o cuatro actores y actrices que protagonizaron Latidos Compartidos, Alberto González, Amaury Millán, Ariana Álvarez, Lilylan, Anabel, Lily Bécquer, Lilybeth, Yenny Soria… emprendieron aquella cruzada.

Para conocer más de Habana Blues, que tiende un puente entre agradables platos, sensaciones del paladar aderezadas con diversas manifestaciones artísticas protagonizadas por sus meseros, bármanes y anfitriones (se han contado entre ellos los prestigiosos actores ya fallecidos, Rolando Núñez y Rogelio Blaín), e inspirado su nombre en la singular película del 2005 dirigida por Benito Zambrano, les propongo acompañarnos en este viaje de realidades habaneras, de la Cuba de hoy, asociadas al modelo de gestión económica privado, partiendo del Vedado capitalino, específicamente de la calle H entre 17 y 19, allí donde el velo de la UNEAC halla eco… Un viaje con luces, platos de excelente factura, precios razonables que oscilan entre cinco y 15 cuc (los principales), y la sensibilidad propia del arte como esencia.

Alejandro Dopico, la sartén por el mango

"La idea del nombre surge por lo impregnada que quedó en nosotros la película, digo nosotros porque Isabel Ferrás, quien me acompañó y me ha ayudado mucho todo este tiempo, también está familiarizada directamente con el proyecto, además de con la realidad de nuestro país en el Período Especial. Así coincidimos en nombrarlo Habana Blues, también por el peso de llevar el nombre de nuestra ciudad".

¿Cómo fue de complejo lograr armar un equipo de gastronómicos actores y actrices capacitados?

"Fue complejo, pero a la vez el saldo ha sido muy rico, lindo. Ellos poseen toda esa capacidad adquirida en su formación como actores y actrices para lidiar con el público y poder salir de situaciones embarazosas de forma muy simpática.

Al saber actuar tienen una ventaja a la hora de lidiar con el público. Un buen gastronómico debe prestar su servicio apto para enfrentar a personas de disímiles caracteres. Con la incorporación de la cuestión técnica y las herramientas de la gastronomía se han complementado muy bien. Diría que son completos.

Habana Blues-restaurante
Parte del equipo del Restaurante-Bar Habana Blues.

 

La principal complejidad en la práctica pasa por el hecho de que todos se mantienen activos con sus carreras actorales y eso demanda una planificación mensual y capacidad de anticipación.

De hecho, algunos castings surgen de improviso y en función de esas afectaciones debemos maniobrar, partiendo de que en la gastronomía se trabaja por turnos, y de la empatía que pueda haber dentro del colectivo o equipo de uno de esos turnos. 

Puede darse el caso de que un día coincidan cinco o seis muchachos y que luego en meses o hasta en un año no vuelvan a trabajar juntos. Actualmente dirijo un equipo de 43 trabajadores y es política nuestra concebir esa recirculación entre los gastronómicos, a tono con lo que la vida y sus respectivas agendas de actuación les permita.

Otro tema fue lograr encausarlos en el ámbito legal. Auxiliados por el órgano de trabajo, todos poseen su carné de cuentapropistas, aún cuando a veces se pasen temporadas largas sin trabajar, como ahora que varios se fueron a filmar la película de Ignacio Agramonte en provincia".

¿Qué pretensiones tuvieron con el diseño, la decoración y el mobiliario del Restaurante Habana Blues?

"El diseño pretendía abarcar varias temáticas asociadas a Cuba, como también en su momento lo intentó el filme Habana Blues. Así concebimos los espacios como una especie de alegoría: El Chevrolet es el mismo que sale en la película, con el mismo número de placa incluso.

En esa cuerda continuamos recreando distintos lugares emblemáticos de la ciudad como el Malecón, el Castillo del Morro con su faro de guía, el Paseo del Prado, notas musicales por el alma y la musicalidad de La Habana además de por la banda sonora de Habana Blues, que me encanta…

Tratamos de ilustrar la vida en La Habana Vieja, sus balcones, tanques de agua, sábanas colgando… En fin, se trataron de recrear esos ambientes. El fondo marino es la primera impresión cuando el cliente entra, por nuestra condición de isla, por la riqueza que poseen nuestros arrecifes y barrera coralina, por los platos cuya base son los pescados y mariscos también".

El gancho favorable de la actuación…

"El trabajo con los actores y actrices siempre está lleno de sorpresas. Es enriquecedor desde que comienzan a atender a un cliente determinado. Así lo asumen, porque precisamente siempre se congenió, a pesar de la vorágine, que cada día trataran de hacer algo vinculado con el arte histriónico: un pedacito de obra de teatro, cantar o declamar, pues también tenemos incorporado un piano.

Se trata de llevar la escena a la mesa, como promueve nuestro slogan, patentar un disfrute combinado. Eso nos confiere un valor agregado, y ha sido una de las causas por las cuales hemos mantenido estándares de afluencia elevados. De hecho, a veces los fines de semana, cuando la vorágine es mayor, hemos insistido con los muchachos en que no pierdan la esencia del sitio en cuanto al arte, aunque se dificulte un poco el servicio y la presión de la premura esté presente.

Casi nunca se ven a los artistas integrados a este medio, y al final nuestros usuarios lo han asimilado muy bien, lo han aceptado".

¿Deudas?

"Siempre las hay. Habana Blues a pesar de no cumplir aún los tres años, ha logrado posicionarse en el mercado de Restaurantes-Paladares. En buena medida ha sido por ofertar servicio de calidad, con los valores añadidos del arte, algo que creo ningún otro restaurante en Cuba promueve de forma similar.

Hemos buscado no quedarnos estáticos, tomando en cuenta los criterios de nuestros clientes como retroalimentación importante. Al inicio no existía el Paseo del Prado en ese salón reservado. También le incorporamos el Capitolio y el Caballero de París como anfitrión al umbral.

Esos elementos se han ido incorporando. También estamos considerando vincular algunos platos o cócteles con otros momentos de la filmografía cubana, escenas representativas. Aunque la base de esas elaboraciones fuese la de platos ya conocidos.

Buscaríamos reforzar ese puente entre gastronomía, arte. Buscar personalizar aún más Habana Blues y potenciar en alguna medida la inclinación por el arte entre quienes nos visiten".

¿Cuán complicado es regentear un negocio privado, en este caso un Restaurante en la Cuba de hoy?

"Bien complicado, fundamentalmente por el tema abastecimiento. Eso nos entorpece el cauce natural del negocio muchas veces. Lo mismo escasean productos de los considerados menos importantes, como servilletas, una frazada de piso… pasando por el queso, la harina, el pescado, hasta el aceite.

El resto pasa por preservar, mejorar y mantener lo que se ha venido construyendo, tanto a nivel del inmueble, (una casona distinguida por su color azul intenso) como de la armonía reinante en el colectivo de trabajadores, sustentada en la búsqueda constante de un servicio de excelencia".

Habana Blues encaja de maravilla en este torbellino Real y Maravilloso de una ciudad que llegará próximamente a sus 500 años de vida. En sus paredes, en las papilas gustativas de sus clientes, al igual que en mi Habana toda, está incrustada la huella de la historia, y los anhelos de un futuro mejor para todos sus moradores y visitantes…

Credito
Harold Iglesias Manresa