Nicoletta Negrini nos acerca a la historia de la empresa, marcada por la tradición familiar y su propio espíritu innovador

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Marcela Coral
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Nicoletta Negrini

Nicoletta Negrini es reconocida entre las 100 mujeres más influyentes de Forbes. Entre la medicina y la empresa, se decidió por la segunda en la Universidad de Economía y Comercio de Bologna. En enero del 86, en la primera edición de Alimentaria Barcelona, llegó a España donde ha iniciado una carrera con mucho éxito. En la 37 edición de Salón Gourmets, el Grupo Excelencias tuvo la oportunidad de intercambiar y conocer su historia. 

¿Qué nos puede contar a propósito de sus inicios? 

De mi carrera, recuerdo que yo era muy buena estudiante y me gustaba siempre tener la mejor nota. Empecé el primer examen de la universidad que era Economía 1 y el profesor, yo había estudiado y me había preparado muy bien, el profesor ha empezado a interrogarme y en eso vienen a avisarle al profesor que le han roto el cristal de su coche y le han robado la radio. El profesor ha decidido cerrar y me dice que me pone un 28, el maximo de nota era 30. Le digo que no quiero empezar en la universidad con un 28 y pido otra oportunidad. Me había preparado muy bien y consideraba que podía hacerlo mejor. El profesor me mira sorprendido, pues era la primera vez que le pasaba, un 28 era muy buena nota. Me dieron cita para tres dias y me hicieron una tremenda interrogación, pero obtuve 30 cum laude. Así empecé mi carrera en la universidad y la terminé en tres años y medio. Me encantaba lo que estaba estudiando. Salí de ahí y quería  dedicarme a abrir nuevos mercados para el negocio de la familia que era un trabajo de hombre para esta época. 

Negrini es una empresa familiar fundada en Renazzo di Cento. Es una ciudad que está junto a Bologna. ¿Qué viene con esto a la memoria de Nicoletta? 

Viene mi abuelo que empezó, justo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Italia estaba en reconstrucción, criaba cerdos y tenía también una pequeña producción de parmigiano reggiano y con los restos de estos daba de comer a sus cerdos. Ahí empezó con un primer matadero y luego la fábrica de embutidos. A mi abuelo le encantaba la mortadella, y por eso quiso ser el mejor fabricándola. Mi padre dejó la universidad cuando mi abuelo compró una fábrica de embutidos, una fábrica pequeña en la zona. Mi padre tenía 22 años y entró a trabajar, pero siempre ha estado desde el principio del proceso y nos ha transmitido cómo se hace una buena salumería, una buena charcutería italiana. 

Desde la fundación de la empresa por parte del abuelo, hasta hoy que cuentan con más de 1200 productos, ¿cómo ha sido este crecimiento en catálogo?

Una vez que yo empecé a trabajar con la empresa familiar, vine a España, que fue el primer Mercado que abrí. Me enviaron a la primera edición de la feria Alimentaria de Barcelona y desde entonces empecé a buscar un distribuidor y luego en el 90 decidimos hacer nuestra sociedad, pero solo para vender productos de fabricación propia que eran los embutidos. En los años siguientes empezaron a existir más restaurantes que pedían productos de Italia y yo vi una oportunidad de poder transformar y montar una empresa que importase y distribuyese todos los productos italianos para la restauración. Así nació el proyecto, que es totalmente otra empresa. En Italia existe la fábrica de familia de embutidos y aquí en España y en Portugal distribuyo los embutidos de fabricación propia, pero traemos además de 150 empresas italianas con productos de lo mejor de Italia que tenemos exclusiva distribución para España y Portugal. 

Hablemos de la mortadella, considerada el caviar de la salchicha italiana. 

Es considerado porque producir mortadella era muy complicado, producir un salami o un salchichón era muy fácil, pero para la mortadella necesitabas tecnología. Esto empezó en Bologna, donde además de una tradición de buena comida, era una zona rica con animales y suero de leche para poder dar de comer, cereales, era una zona de mercaderes y tráfico de mercancías. Allí en el año 1300 había una clase media que tenía dinero y se podía permitir lujos. Allí se inventó en el 1400 el primer cutter para la mortadella, para poder picarla fina. No se podía fabricar en otro lugar que no fuera Bologna. En las Cortes Europeas, a los reyes se lee llevaba como regalo. Era considerado el caviar de los embutidos porque era difícil de producir si no tenías los medios, la técnica.

¿Qué esperan de Salón Gourmets para Negrini?

Para nosotros es presentar todos los productos nuevos, dar a probar a nuestros clientes actuales y seguir fidelizando nuestra clientela actual. También encontrar nuevas oportunidades y clientes. 

La excelencia agroalimentarias italiana está actualmente presente en Salón Gourmet, ¿cuáles productos presenta Negrini para esta nueva edición? 

Tenemos muchos, entre los embutidos, mortadella y jamón cocido, un queso con leche de búfala curada durante 26 meses y una raspadura que es un queso que se corta en lascas finas. 

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Marcela Coral