Coctelería cubana, "elíxir" de Dioses Antillanos

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Yamilé Ferrán
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Coctelería Cubana, elíxir de Dioses Antillanos

Los cócteles son una mezcla equilibrada de dos o más bebidas, que dosificadas producen un nuevo y aromático sabor en el cual ningún ingrediente debe superar al otro.

Los orígenes de la coctelería parecen remontarse a mediados del siglo XVI en Francia, donde los reyes y demás integrantes de la corte se solazaban con bebidas preparadas; aunque algunos ubican su nacimiento en el Caribe insular, aderezando leyendas de piratas y corsarios.

Sin embargo, casi todos los textos contemporáneos coinciden en ubicar su apogeo en Norteamérica, en la década del 20 del siglo pasado, en plena Ley Seca, cuando vendedores y consumidores recurrieron a cuanto artifi cio fue posible para burlar la censura sobre el licor, y de paso, hacer más apetecible el sabor de la mezcla que furtivamente se lograba preparar.

Y no obstante a su antigüedad, para que la historia de la coctelería a nivel mundial se inmortalizase, hizo falta que ciertos sitios gastronómicos y nocturnos especializasen sus barras en determinadas preparaciones, o que personajes como Hemingway, James Joyce o Ava Gadner fueran por el mundo confi rmando su preferencia.

Definiciones conceptuales sobre los cócteles no faltan. Tal vez la más asumida sea la de una mezcla equilibrada de dos o más bebidas, que dosifi cadas producen un nuevo y aromático sabor en el cual ningún ingrediente supera al otro; o aquella que distingue entre bebida mezclada y cóctel, otorgándole a este último el sello de una mayor elaboración, cantidad de ingredientes y grado de complejidad en preparación y presentación; en otras palabras, interceptando la bebida con la maestría y singularidad que le asignan las manos del barman que la prepara e incluso la originalidad y armonía cromática y de texturas con que engalana su presentación.

Según prescribe la International Bartender Association para sus certámenes, un cóctel no puede contener más de cinco productos, incluidos los que formarán parte de la decoración. Regularmente contiene un destilado de base, el cual es preponderante, dos licores para dar color y endulzarlo al tiempo que rebajan el efecto del primero, y además suele incorporarse limón, soda o algún colorante o fruta como decoración.

De acuerdo a la relación con las comidas, los cócteles pueden clasifi carse en: aperitivos, digestivos o para toda ocasión; y según su tamaño en «long drinks» y «short drinks» (cócteles largos y cortos). En cambio, más allá del papel que cumplan con respecto a las comidas o su duración, todos tienen el sortilegio de convocar a la complicidad, a la compañía.

Coctelería cubana. Sorbos de inmortalidad

Cuba, ya para el siglo XIX con un desarrollo progresivo del cultivo de caña y procesamiento de ciertos derivados, muy pronto vendría a figurar entre los grandes productores roneros del continente, dando origen a lo que más tarde se constituiría en un importante rubro de exportación para el país, y una práctica de consumo que entrado el siglo XXI no ha sido desplazada como la bebida favorita del insular.

Se dice que en plena "manigua" las fuerzas mambisas bebían Canchánchara, hecho a base de aguardiente, miel de abeja y hielo cuando era posible, lo que resultaba una bebida energizadora que permitía aliviar penas y dolores corporales, tal vez dando origen a nuestro primer cóctel.

Fue en las décadas del 30, el 40 pero sobre todo el 50 del siglo XX, cuando en La Habana, entonces una ciudad muy visitada por turistas de Norteamérica, proliferaron los bares, restaurantes y cabarets, el filing y la música para escuchar y bailar en parejas. Desde entonces cócteles como el Cubalibre, Presidente, Mary Pickford, Saoco, Mulata, Daiquirí, Mojito, Havana Special, Cubanito o Cubata, dieron inicio a una larga lista de mezclas, algunas absolutamente novedosas, que ya forman parte del repertorio de la coctelería cubana e internacional.

Hoy, partir de la nueva hornada de rones que como el Santero, Mulata, Varadero, Legendario, Caney o Santiago, son muchos los cócteles que se van sumando a esta singular, aperitiva y refrescante leyenda que no deja de seducir nuestra vista, olfato y paladar. Ellos se integran a la fama mundial que tienen los rones y los barman de la Isla, quienes gracias a su inspiración, año tras año, a partir de toda una gama de rones de excelente calidad, nos sorprenden con nuevas y auténticas creaciones que tipifican la coctelería cubana.

Mi Mojito en la Bodeguita, mi Daiquirí en el Floridita

cocteleria cubana-mojito-daiquiri

 

La figura del novelista y aventurero Hemingway también hizo lo suyo en la construcción de leyendas de la coctelería cubana.

A él se debe la popularidad del Daiquirí, pues fue el promotor más entusiasta de este cóctel frappeado, inicialmente batido en coctelera, con el que seguramente atemperaba el sopor de las tardes habaneras. Sin embargo, Hemingway, por ser diabético, prefería paladear un daiquiri sin azúcar, al que bautizara como Papa’s, y que lleva jugo de toronja y limón, y casi el doble de ron.

El Mojito, por su parte, ha sabido cultivar su propia leyenda en La Bodeguita del Medio, una de las fondas más universalmente conocidas y visitada por poetas, intelectuales, cantantes, políticos, jugadores de fútbol o simples turistas, quienes no se resisten a pasar por La Habana sin entrar a esta amontonada y calurosa «bodeguita», sobre cuyas paredes nadie se va sin dejar algún mensaje.

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Yamilé Ferrán