Ya había escuchado que el Santo Domingo Country Club (SDCC) estaba trabajando para abrir las alas de su gastronomía. Un club social y deportivo que ha servido a la alta sociedad dominicana desde su fundación el 12 de agosto de 1920, y donde he pasado muy buenos y divertidos momentos desde mis años de adolescencia, decidió dar un giro positivo hacia la modernización de su cocina para llenar expectativas que han ido evolucionando conjuntamente con los avances en la oferta gastronómica del país. Entre los cambios importantes logrados estuvo la contratación de su nuevo Chef Ejecutivo, Andrew Reyes, oriundo de Venezuela, y quien lleva en nuestro país más de 12 años.
Invitados por Wilfredo Baquero, miembro de la Junta de Directores del SDCC, fuimos a un almuerzo preparado por el Chef Andrew Reyes con el objetivo de degustar nuevas tendencias en la propuesta culinaria del restaurante del club. Nos acompañaron Jorge Mena, Miguel Dargán y Alejandro Pimentel, amigos y gastrónomos del sector seguros.
Con gran ilusión por el entusiasmo que se respiraba en el ambiente, comenzó el desfile de platos al sonido del descorche de un buen Tempranillo de la Ribera del Duero. Iniciamos con un “Black Bean Ravioli” con textura de la pasta perfecta y exquisito relleno de habichuelas negras; todo potencializado con un contraste de sabor y acidez aportado por la salsa de tomates asados y la sutileza del aire de parmesano.
Continuamos con un “Caneloni de Plátano Maduro” con relleno de chivo liniero, caviar de mamajuana y emulsión de aguacate. Me encantó la elocuencia culinaria del chef para llevar a la mesa conceptos de nuestra gastronomía de manera tan creativa. En primer lugar, en vez de pasta, utilizó láminas de plátano maduro que envolvían las masitas de chivo guisado en su jugo. Al combinar en boca los elementos dulces con la sazón de la carne, las raíces y mieles de la mamajuana, y el aguacate, surgían recuerdos de esos sabores que podíamos asociar con nuestras madres y abuelas.
El tercer plato fue “Duck Carnitas Bao”. Esta creación, que parecía un taco abierto con mollete japonés, estaba de “revista”. Lleno de color y explosión de sabores. Primero, las carnitas de pato asado estaban deliciosas; y al juntarlas con el rabanito agridulce, el pesto de cilantro y la mayonesa de pimientos, la experiencia no fue menos que apoteósica.
Pasamos a un “Shrimp Escabeche on Toast”. El camarón estaba perfectamente cocido y hacía exquisita combinación con los vegetales en conserva, el alioli, y la levadura en la tostada de pan integral que, además, contenía arándanos, aportando notas dulces que contrastaban con la ligera acidez del escabeche.
Para concluir la placentera jornada, el “Bizcocho Borracho, Crema de Coco y Helado de Vainilla”. Este “grand finale” fue un verdadero viaje nostálgico. El bizcocho borracho fue una reproducción de sabores de nuestra niñez; un dulce que comprábamos de vendedores ambulantes que caminaban las calles de Santo Domingo. Esta torta humedecida con almíbar y licores, armonizó perfectamente con la suave crema de coco y el helado de vainilla; y además, como notas de contraste en sabor y textura, trocitos de chocolate dominicano.
La gastronomía dominicana es amplia y diversa. Y ahora que Santo Domingo fue designada Capital de la Cultura Gastronómica del Caribe, tenemos que hacer alarde de ello. Estamos muy ilusionados que el Santo Domingo Country Club esté aportando su granito de arena para que la cocina de nuestro país continúe proyectándose como la mejor de la región y, por qué no, ubicarse entre las mejores del mundo.