La Ginebra "Gin" vive su mejor momento

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La Ginebra "Gin" vive su mejor momento

Muchos hemos creído que el GIN se inventó en la ciudad de Suiza, o en Reino Unido, o que la palabra deriva del nombre de la hija del inventor de tan versátil destilado. Pues bien, el nombre proviene de unas pequeñas bayas de color negro que se llaman “Enebro”, palabra que proviene del francés “genievre”.

En el año 1650 se tiene constancia de la primera receta de Ginebra, cuya nacionalidad sería holandesa, a pesar de que se le ha llegado a atribuir a los ingleses. Fue un alquimista y profesor de la Universidad de Medicina de Leiden (Holanda), de nombre Franciscus Sylvius de la Boee, quien realizara el primer elixir obtenido por la destilación de un alcohol previamente macerado en bayas de “juniperus” o enebro. Este médico intentaba obtener un remedio para los cálculos biliares y afecciones renales, mezclando alcohol obtenido de cebada, centeno, maíz y bayas. A este nuevo preparado lo llamó “Genievre” (como su ingrediente base en francés).

Aunque también se habla de un origen no datado en Schiedman, otra ciudad de los Países Bajos, donde se cuenta que Ervin Lucas Bols instaló sus primeros alambiques. Lo cierto es que el producto rápidamente ganó popularidad y la gente comenzó a llamarlo “Genever”.

Este destilado fue adoptado por las tropas británicas que luchaban en la guerra de los 30 años (contra España), al ver el efecto que producía en las tropas holandesas que acudían al rigor de la batalla sin temor alguno a la muerte. Se les daba a beber “engañados” como si tomaran “Coraje Holandés”, para aumentar su valor y combatir el clima tan húmedo, gracias a sus reconfortantes propiedades.

El elixir del doctor se hizo tan popular que los soldados ingleses que volvían de los Países Bajos la bebían no como medicina, sino como bebida predilecta, argumentando que debían ingerirla una vez al día por prescripción. La Ginebra se convirtió así en la bebida de moda en el Reino Unido.

En 1668, cuando Guillermo de Orange (William III) accede al trono, se propuso potenciar y promover la elaboración de bebidas nacionales. Para ello establece un fuerte impuesto contra la importación de espirituosos, en especial los que provenían de Francia, lo que permitió la libre destilación de Ginebra. Como cabía esperar, ello despierta una fuerte fiebre por dicha bebida.

Pero a su vez, esta etapa generó un nivel gigantesco de destilación de calidad dudosa. Comenzaron a surgir destilerías en los sitios más insospechados, con total ausencia de parámetros de producción. En 1736 esta decadencia lleva a que se establezca una Ley Seca, con la correspondiente prohibición del consumo de Ginebra. Ello promovió una masiva destilación ilegal y la aparición de una venta “medicinal”, cuando realmente se comercializaba Ginebra de muy baja calidad.

A mediados del siglo XVIII se firmó el “Gin Act”, con una combinación de medidas de control. Se elevaron los impuestos a la venta de alcohol y se regularon de manera estricta los procesos de elaboración del Gin. La reputación comenzó a mejorar gracias al crecimiento de las destilerías comerciales de alta calidad. Seis años más tarde (1742) tuvo que ser levantada la prohibición y la Ginebra recuperó definitivamente su esplendor, gracias a las normas que regularon su elaboración, comercio, consumo y fiscalidad.

Esta evolución cuidada en la elaboración del gin, buscando siempre la calidad y la exclusividad máxima, nos lleva a la época actual. Ello sin olvidar dos fechas importantes: 1920, donde comienza la revolución del cóctel en Estados Unidos (long drink, dry Martini…), hasta 1930 que se establece la Ley Seca. Y posteriormente en 1990, cuando renace el furor por los cócteles y combinados, destacando de entre estos el nuevo de moda: “el GIN & TONIC”.