Santiago, al gusto: ¿Por qué Santiago?

Creado: Lun, 28/07/2014 - 18:16
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Por: Chef Internacional Jorge Méndez Rodríguez-Arencibia
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Santiago, al gusto: ¿Por qué Santiago?

¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!
Iré a Santiago.
¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco!
Iré a Santiago.

Fragmento del poema Iré a Santiago
Federico García Lorca, 1930


Pues, porque en el Oriente cubano empieza casi todo. Son las primeras tierras que cada día el Sol se empeña en saludar con su cálida luz, indispensable señal de que amanece para continuar la vida. Como también, empiezan a saludarse los cubanos -y hasta a los desconocidos- más temprano que en otras partes del país, donde toda una rareza sería caminar algunos pasos, por cualquier calle o camino, y no recibir expresiones y gestos con franca sinonimia de cordialidad.

Allí cerca, en las vecinas costas de Bariay, se dieron por enterados los europeos que esta Isla Grande existía; y, al parecer, les gustó tanto que apenas tardaron una década para fomentar las primeras villas, aunque en muy diferente geografía de las ya seculares hispánicas, amén de los que para ellos resultaron inesperados colores de gentes y espiritualidades, sí a imagen y semejanza de la espada y la cruz, que entre otras novedades fueron trayendo consigo.

Baracoa, elegida como primada, seguida de Bayamo. Continuaron con los afanes fundacionales camino hacia el Centro de la recién estrenada colonia y así se sumaron Trinidad, Camagüey y Sancti Spiritus. Pero, como si se les hubiera olvidado algo que bien merecía retomar el avanzado derrotero que ya rebasaba algunos años y centenares de leguas, volvieron atrás, con tal que a las nuevas tierras no les faltara un Santiago en la apoderada toponimia. Sin dudas, algo especial atrajo a los conquistadores en estos lares.

Las realidades constituyen lo únicamente indeleble de la historia. Y con esa misma tinta, se escribieron nombres y hechos nacidos para la gloria, como los surgidos en las gestas independentistas de 1868 y 1895, al igual que los definitivamente fraguados ideales de nacionalidad, entre 1953 y 1959. La vanguardia en el accionar y el coraje como actitud existencial, dado en una suerte de genética regional, continúa manifestándose en el lugar que no pierde la costumbre de brillar en pleno Caribe, donde dio por erigirse.

Deducible resulta, entonces, que no fue la mera curiosidad del extranjero ni impulso de trajines creativos propios del artista, lo que motivó que en su viaje a Cuba, el insigne literato granadino Federico García Lorca emprendiera viaje, además de su estancia en la capital, a Santiago de Cuba. Y no sólo ir, sino también llevar a la letra impresa el antológico poema salido de un alma rendida por el exorcismo de lo irrepetible  –que dedicara al sabio cubano Don Fernando Ortiz- al igual que ofrecer una conferencia en la Escuela Normal para Maestros de esa ciudad, donde, con magisterio supremo, explicó el significado de sus versos, tan sentidos como de erudita interpretación.

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