Bebida de reyes y mendigos, de grandes ocasiones y trago diario, sola o en cocktails, todos gustan de ella pero pocos conocen sus intimidades y la inmensa variedad que existen, pues hasta su nombre cambia según el país donde se produzca.
Los escoceses pregonan, con cierto orgullo, que el agua que corre por su tierra, después de que las corrientes subterráneas nacen en los glaciares derretidos, atraviesan los grandes bosques y recogen los minerales del terreno y las propiedades de los vegetales, al aflorar de nuevo en manantiales rocosos de granito colorado, es única en el mundo para fabricar Whisky.
Ellos se consideran los padres de la famosa bebida, y es de hecho en Escocia donde se elaboran algunas de las marcas más reconocidas del mundo; aunque también los norteamericanos e irlandeses crean ser los progenitores del “Whiskey”.
Y es que no solo su origen, sino hasta el nombre es polémico en esta bebida espirituosa. Mientras los escoceses, canadienses y otros productores eliminan la “e” final, en Irlanda y Estados Unidos la utilizan desde finales del siglo XIX, cuando los primeros empezaron a inundar los norteamericanos de destilados más económicos, y los americanos e irlandeses prefirieron cambiando el término.
Más allá de las características peculiares, llámese Whisky o Whiskey, como se prefiera pronunciarlo, ambos términos designan a la bebida alcohólica obtenida por la destilación de un mosto fermentado de cereales como cebada, cebada malteada, centeno y maíz, y su posterior envejecimiento en barriles de madera, tradicionalmente de roble blanco, cuyo contenido alcohólico varía entre 40 y 62 por ciento del volumen.
La historia atestigua, al menos con referencias escritas, que los monjes irlandeses ya destilaban whisky en 1405, aunque todo evidencia que se conocía desde mucho antes, pues cuando los soldados del rey Enrique II invadieron Irlanda en el siglo XII los locales consumían el uisce beatha, que significa “agua de vida”. Con el paso de los años la pronunciación cambió de “Whishkeyba” a “Whisky”. Incluso, debió haber conocimiento previo de su producción, pues el alquimista árabe Albukassen describía el proceso de destilación ya en el siglo X.
Aunque el nacimiento está rodeado de muchos enigmas, sí está perfectamente determinado el principal contribuyente de su popularidad: Robert Stein, quién inventó una columna de destilación de funcionamiento continuo. En 1832 este invento fue patentado por Aeneas Coffey con algunas mejoras, que pueden considerarse como el estallido creador del famoso universo del Whisky actual, con sus maneras más finas y suaves.
Las variedades de Whiskys más solicitados son los de cinco y 12 años. El gobierno del país donde se fabrica inspecciona periódicamente las bodegas donde están almacenados para garantizar la veracidad de este añejamiento.
UNA BEBIDA Y MUCHOS ESPÍRITUS
La bebida que nació entre tantas incertidumbres tiene a estas alturas muchas personalidades. Es como un popular mutante en cadena del que no pocos pretenden tener un ejemplar, ya que es casi imposible determinar la primicia. Existen tantos como la gran cantidad de fábricas, regiones y países desde donde se destila, dígase Gales, India, Alemania, España, Japón...
Al escocés, el de mayor alcurnia internacional, la distinción le viene de su sabor ahumado, resultado de la selección de los ingredientes y el método de destilación. Existen dos clases de Whisky escocés por la forma en que son destilados: el de malta —de la cebada—, y el de grano, obtenido a partir de los cereales.
Los de malta se dividen a su vez en cuatro grupos, de acuerdo con el lugar geográfico de las destilerías en las cuales se obtienen.
El de grano y el de malta crean un escocés mezclado que alcanza hasta el 95 por ciento de las ventas del mundo.
La mayoría de los Whiskys escoceses se fechan para cinco ó 10 años, y algunas veces mucho más tiempo, por lo que se hacen más suaves.
El Whisky solo se añeja en el barril, nunca en botella, así como tampoco mejora cuando se embasa. Se cuentan más de 100 destilerías y unas 2 000 diferentes de estas bebidas escocesas.
En el caso de Irlanda se fabrican de dos tipos, uno en el Estado Libre de Irlanda y otro en Irlanda del Norte. En esa región del mundo se ha destilado esta bebida por lo menos desde hace 600 años.
Una gran diferencia entre el irlandés y el escocés es que cuando se seca la malta de cebada, de la cual el whisky va a ser destilado, los primeros usan carbón en vez de turba, lo cual evita el sabor a humo. Además, gana una gran cantidad de sabor de la pipa donde es añejado.
DONDE NACE UN BOURBON
El norteamericano se obtiene empleando maíz y centeno. Las leyes de ese país establecen que para su elaboración la materia prima básica debe ser en más del 50 por ciento de maíz.
Se conoce con el nombre de Bourbon porque se empezó a obtener en el condado del mismo nombre, en el Estado de Kentucky, donde estaba instalado el molino que convertía el maíz en la harina para su posterior proceso.
Aunque las condiciones han variado desde aquellos tiempos, el nombre de Whiskey Bourbon se mantiene hasta hoy. Este se destila a menos graduación que los anteriores, porque los barriles en que se deposita para añejarlo se calientan y chamuscan antes de usarlos, lo que cierra los poros, evitando casi totalmente la evaporación del líquido.
El Boubon es también mezclado, característica que consta en sus etiquetas. Cuando el contenido es de un solo cosechero, por lo que se le considera más puro, se imprime la palabra Straight en su marbete. En esa nación se logra una variedad llamada Rye, lograda a partir del centeno.
El canadiense, por su parte, se elabora usando el centeno como materia prima, por lo que se le conoce con el nombre de Rye whiskey. Su sabor, sin embargo, es diferente al Rye norteamericano y más ligero que aquel.
También se distancian por el contenido de alcohol, pues mientras el canadiense sale al mercado con 44 ó 45 grados, el norteamericano no rebasa los 42.
Pero esta multiplicidad no parece haber dañado la prestancia, dignidad, popularidad y expansión de esta bebida en los bares del mundo, en los que ocupa el segundo o tercer lugar por su preferencia, y donde han ganado popularidad en los últimos tiempos los cocktails que contienen esta bebida.
Aunque en realidad, sea whisky o whiskey, esta bebida siempre resalta, ya sea por su sabor intenso y lleno de carácter, o por el contrario suave y sedoso, pues en cualquier variante o procedencia resulta igualmente atractivo y embriagador.
Mint Julep
Ingredientes:
1 cucharadita de azúcar
6 hojas de hierba buena o menta
2 onzas (60ml) de Whiskey Bourbon
Preparación: En un vaso o copa de 14 onzas verter el azúcar y las hojas de hierba buena o menta. Machacar, llenar con hielo frappé y agregar el whiskey. Adornar con frutas de estación o una hojita de menta o hierbabuena. Acompañar con pajillas absorbentes.
Irish Coffe
Ingredientes:
45 ml café express
60 ml Whiskey irlandés
Azúcar al gusto
Crema de leche montada
Preparación: Se le da vapor a la copa, se sirve el café, el whiskey y se completa con la crema de leche montada utilizando una manga o spray. Se acompaña de pajillas.
Angelic Cocktail
Ingredientes:
½ onza Whiskey canadiense
0.7 onza Granadina
0.7 onza Crema de Cacao
0.7 onza Crema de leche
Hielo
Preparación: Verter los ingredientes en la coctelera con cubitos de hielo. Agitar y servir en la copa para cóctel baja. Decorar con aceituna.