Como parte del programa del XXIV Festival del Habano, que se celebra por estos días en la capital cubana, participantes y prensa acreditada recibieron una clase magistral de torcido del Habano en la fábrica de El Laguito, asentada en los años 60 en un palacete de corte ecléctico en el homónimo barrio residencial; asimismo, recorrieron sus instalaciones y conocieron del proceso completo de la producción de Habanos.
Las visitas a las fábricas de Habanos es una actividad tradicional en los programas de los Festivales, pero este año, como novedad, la clase magistral de torcido se realizó directamente en la fábrica.
Como es habitual en estas visitas, se crearon varios grupos y Excelencias se integró al mayoritario, acogido en el salón Ranchón, sede de las actividades sociales de los trabajadores, que fue habilitado para la ocasión, como aula para impartir la clase, con el mobiliario real que emplean los torcedores en su diario quehacer. En cada mesa nos esperaba el delantal, la chaveta, la tabla de rodar, la gomavegetal (sin sabor ni olor), y todos los tipos de hoja, chicas y grandes, oscuras y claras, finas y gruesas, requeridas para el mágico torcido “totalmente a mano” de los Habanos.
Como profesor, a cargo de impartir la clase, se presentó Reinier Martínez Chirino, auxiliado por tres monitoras que, junto a otros trabajadores de la propia fábrica, se empeñaban en que los asistentes lograran enrollar esas hojas en el orden que les corresponde de acuerdo a la función y propiedad que cada tipo de hoja aporta al puro.
Entre las monitoras estaba Mercedes González Vázquez, la torcedora más antigua de esta fábrica, con 40 años de experiencia, que siempre ha sido torcedora, que es lo que “realmente le gusta”; Cristina Salit, que lleva 32 años en el oficio; y Cristina Díaz Márquez.
Explicaron cómo hacer el Despalillo, proceso en el que se quita la vena central de las hojas de tabaco, cuidadosamente seleccionadas, dividiéndolas en dos mitades, cada una de las cuales será la capa externa de un tabaco. Enseñaron cómo colocar las hojas adecuadamente y cómo torcerlas o enrollarlas para conformar la tripa.
Hasta ahí llegamos en la clase magistral, pero ya en el proceso normal de la fábrica, durante el recorrido, vimos cómo se colocan los tabacos en un molde, que es una suerte de tabla donde se coloca el tabaco para fijar su forma; se ajustan en la prensa y se voltean, cambiándoles la posición para que se prensen bien. El paso posterior es envolverlos, con las hojas de capas externas.
Habanos es una Denominación de Origen Protegida y son los únicos puros que siguen elaborándose “Totalmente a Mano”, desde el siglo XVIII. Un estricto sistema de control de calidad es la base que sostiene su bien ganada fama en el universo de los tabacos, su liderazgo en el mercado global y la aceptación de los fumadores.
Fotos Raúl Abreu