El prefijo súper siempre es indicador de algo potente o excepcional. En gastronomía la categoría suele aplicarse al concepto de superalimentos, sin embargo, uno más específico está siendo eje de la economía de países tropicales como Colombia: el de superfrutas.
Su densidad nutricional y beneficios antioxidantes, antiinflamatorios y energéticos, la han llevado a conquistar los mercados globales y a la vez potenciar el desarrollo de regiones con alta biodiversidad. En el caso de Colombia, su riqueza natural y ubicación geográfica la han convertido en un referente en la producción y comercialización de frutas como el copoazú, el lulo y el marañón.
Pero, ¿qué convierte exactamente una fruta en superfruta?
Para ser una superfruta lo primero es contar con propiedades altamente nutritivas y saludables. Suelen ser fuentes de vitaminas, minerales, antioxidantes y otros compuestos bioactivos, que además aportar beneficios a la salud, tienen la capacidad de diversificar la gastronomía y atraer la atención de mercados internacionales interesados en productos funcionales y sostenibles.
El impacto económico de las superfrutas en Colombia
Las más de 2.500 variedades de frutas, la producción y comercialización de Colombia están transformando la economía rural, con un impacto positivo en el desarrollo sostenible y en la reducción de la dependencia de los monocultivos. Por ejemplo, el açai, conocido como el “oro púrpura del Amazonas”, ha generado empleo en zonas antes marginadas.
Por otro lado, la industria se ha beneficiado de ideas innovadoras como la fabricación de derivados como salsas, helados y bebidas fermentadas.
Asimismo, el cultivo de superfrutas requiere menos insumos químicos y suelen ser parte de sistemas agroforestales,lo cual incentiva la conservación del suelo y la biodiversidad. De esa forma, Colombia se posiciona entre los productores líderes de alimentos saludables y sostenibles de la región.