La recuperación de Madrid

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José Luis Martínez-Almeida
Categoría
Madrid

En varias entrevistas me han hecho una pregunta recurrente. La de cómo va a ser la reconstrucción de la ciudad después de la pandemia.

La respuesta ha sido siempre la misma. Madrid no tiene que ser reconstruida, porque Madrid no ha sido destruida.

Esta respuesta no obvia cuestiones indiscutibles, como que hemos sido una de las ciudades más castigadas por la pandemia. Una de las que más ha sufrido. Sólo hay que recordar el Palacio de Hielo.

Pero hay que decir que nunca hemos desfallecido. No hemos rendido nuestro ánimo ni nuestra determinación por recuperar lo antes posible el futuro que la pandemia pretendía robarnos.

Madrid es la segunda capital más poblada de la Unión Europea y la cuarta ciudad de Europa con mayor renta per cápita, sin olvidar que somos la capital de Iberoamérica en Europa. Todo ello sin perjuicio de la vocación mediterránea de España, que obviamente alcanza a su capital.

Todos estos hechos indiscutibles se suman a que somos la ciudad más abierta y dinámica, en términos económicos y culturales, que hay en España. Y esto no deriva de nuestra condición de capital de la Nación, sino de nuestra sociedad y de su forma de entender nuestro mejor desarrollo en todos los órdenes.

En un entorno global en el que las grandes ciudades tienen cada vez más protagonismo y aglutinan mayor población (sin perjuicio de las debilidades que nos ha mostrado la pandemia y que necesariamente debemos abordar), nuestro futuro se debe asentar sobre dos ejes que son transversales a todas las grandes ciudades del mundo. Me refiero a la sostenibilidad y la digitalización, pero atendiendo a cuestiones específicas que suponen ventajas competitivas para Madrid.

Es obvio que no habrá gran ciudad en el mundo que se califique como tal si no dispone de una apuesta firme por la sostenibilidad, entendida como la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos a través del respeto al medioambiente en el entorno urbano. Una cuestión que debe alcanzar a todas las políticas que se pongan en marcha.

La sostenibilidad o el cumplimiento de los objetivos 2030 de la ONU no son cuestiones que pertenezcan a una ideología ni que puedan preconizarse de una determinada forma de pensar, sino que, por el contrario, deben ser abordados sin exclusiones y siempre con la vocación de generar mayorías que, al margen de su pensamiento, compartan la necesidad de construir políticas que permitan conjugar el mejor desarrollo económico con la mejor preservación de nuestro planeta.

Estas cuestiones no se pueden abordar ni desde la ignorancia de las consecuencias que se puedan derivar del desarrollo por el desarrollo ni desde el secuestro de causas que nos deben ser comunes a todos. Tanto daño hace una como otra posición.

La digitalización es el paso decisivo que permitirá a la Administración gestionar de manera más eficaz y eficiente su funcionamiento interno y, por tanto, ahorrar tiempo y dinero de los contribuyentes en sus gestiones de naturaleza administrativa.

Pero, al mismo tiempo, permitirá la mejor gestión de los servicios públicos, como pueden ser, sin ánimo de exhaustividad, los servicios de emergencia, de policía, de movilidad o de medioambiente que tenemos encomendados los ayuntamientos.

Sin embargo, y a mi juicio, la finalidad que debe perseguir la transformación digital en la prestación de servicios públicos debe ser una transformación cultural en la forma de prestación de esos servicios: que seamos capaces de dar soluciones a problemas que los ciudadanos ni siquiera saben todavía que tienen.

El elemento decisivo para afrontar la recuperación de Madrid tras la pandemia, y subyacente a las cuestiones planteadas, es sin lugar a dudas preservar lo que podemos denominar el modelo Madrid, dentro de una estructura de gobierno que, en general en el conjunto de España, tiende a la desconfianza hacia la sociedad y su capacidad de transformación.

El éxito de Madrid a lo largo de los últimos años ha sido la confianza en que la sociedad debe ser el motor. Desde las instituciones debemos poner los medios para que así sea. Y, sobre todo, para que ese motor no se gripe por nuestro intervencionismo.

Esto implica que el protagonismo no le corresponde a la política ni a los políticos, sino al conjunto de la sociedad. Lo que a su vez determina que debemos proveer de instrumentos que generen igualdad de oportunidades, no igualitarismo, y que entendamos que la desigualdad no es ofensiva porque todos seamos distintos en nuestras metas y ambiciones, sino porque no dispongamos de los medios adecuados para hacer realidad las metas y sueños a los que queramos llegar.

Ese ha sido el leitmotiv de las políticas en Madrid desde hace muchos años. Que cada uno tengamos la opción de ser, comportarnos y alcanzar los sueños que tengamos, y no que decidan por nosotros. Y para eso es importante no sólo el tema fiscal, recurrente para aquellos que no tienen más visión que proyectar sobre los demás el fracaso de sus ideas, sino una normativa clara y que dé seguridad, la generación de recursos públicos y privados que den opción a elegir o, sencillamente, que seamos nosotros, cada uno de nosotros, los que podamos decidir nuestro futuro.

Una sociedad fuerte, madura y sana sentará las bases no sólo de la recuperación económica (no debemos quedarnos ahí), sino del necesario mantenimiento de la cohesión social.

Nadie puede ignorar que esta pandemia no sólo se ha llevado miles de vidas que siempre permanecerán en nuestra memoria, y serán cimiento de un futuro mejor, sino que sus efectos en el ámbito social pueden generar consciencias dramáticas derivadas de la pérdida de oportunidades en las generaciones futuras.

O, dicho de otra manera, consciencias de que el futuro es peor que el pasado, que vamos a vivir peor que generaciones anteriores, lo que puede suponer un caldo de cultivo social propicio para el populismo, como sucedió en la crisis de 2008, que derivó en la aparición del populismo de ultraizquierda.

Por eso debe ser una prioridad en la salida a la pandemia el mantenimiento y el fortalecimiento de la cohesión social, y la mejora de las perspectivas vitales de las generaciones que vienen. Y eso sólo puede venir de una sociedad fuerte, dueña de su destino y generadora de oportunidades en el marco de gobiernos que permitan que eso suceda, como va a pasar en Madrid.

La recuperación de Madrid y su capacidad de competir en un mundo global, donde nuestras ventajas son evidentes en términos de ciudad, comunicaciones, infraestructuras, seguridad, conexión con Iberoamérica y el Mediterráneo o calidad de vida, vendrá determinada por la capacidad de adaptación a la sostenibilidad como elemento transversal de todas las políticas de ciudad, así como por la transformación digital en términos de eficiencia en la gestión de las políticas públicas.

En definitiva, el elemento diferencial para la recuperación será la continuación y fortalecimiento del modelo de políticas que han permitido que el protagonismo lo tenga la sociedad, como motor de desarrollo institucional, económico, social, cultural y en todos los órdenes, estando el ejercicio de la política a su servicio, y no la sociedad al servicio de la política.

*** José Luis Martínez-Almeida es alcalde de Madrid y portavoz del PP.

Fuente: El Español

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José Luis Martínez-Almeida