Moemia, la fusión local-viajera encabezada por los hermanos Rodríguez

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Guillermo García de Benito
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causa limeña de pulpo y chipirón

El tercer proyecto de los cocineros madrileños comienza su andadura con una carta basada en platos inspirados en sus recuerdos familiares e infantiles, combinada con un apartado de su característica cocina exótica, influenciada por la gastronomía latinoamericana y asiática.

La experiencia de los hermanos Rodríguez por las cocinas del mundo se mezcla con las elaboraciones tradicionales madrileñas para concebir esta taberna que pretende seguir los pasos de sus dos predecesores, Latasia y Taramara, como grandes exponentes de la gastronomía fusión en Madrid.

Dentro de esa cocina local, Moemia integra algunas de las elaboraciones más características de la capital, pero con el sello de ambos cocineros, como el gofre de patatas bravas, una versión singular de la clásica tapa en el que las patatas se convierten en unos crujientes gofres con tres cocciones, coronados con salsa brava con un toque de chipotle y un alioli de ajo asado. No podían faltar tampoco los típicos callos madrileños, en este caso, elaborados con curry rojo tailandés, el torrezno coreano, con un glaseado con salsa barbacoa de inspiración asiática, o las mollejas caramelizadas al wok.

En referencia a ese apartado de cocina exótica, bautizado como ‘Nuestros clásicos viajeros’, Sergio y Roberto Hernández reflejan ahí su aprendizaje viajando por países como Filipinas, Malasia, Indonesia, Singapur, Azerbaiyán, Tailandia y Perú, y presentan platos como su versión del lobster roll, en el que cambian la langosta por cigalas en tempura con mayonesa de kimchi, espolvoreada con ito togarashi (filamentos de guindilla coreana) y que se sirven sobre un esponjoso pan de brioche. También destaca el ceviche mixto, la causa limeña —con pulpo y chipirón frito crujiente—, los bocaditos de pez limón con curry massaman y la carbonara con aires peruanos.

La carta de postres también cuenta con innovadoras propuestas, orientadas a ese concepto de recuperar sabores de la infancia. Destacan los ‘recuerdos de infancia’, que son reinterpretaciones de los bollos de los que, siendo niños, disfrutaban en sus meriendas ambos chefs. El ‘Bollycao’, firmado por Roberto es un esponjoso panecillo que se sirve con cremoso de chocolate. La ‘Pantera Rosa’, por su parte, es la elección de Sergio, que convierte en un dorayaki con chocolate rosa para homenajear a este pastelito de los ochenta que obsesionó al cocinero. Otras de las sugerencias dulces son la tarta de queso, elaborada con un queso de Cáceres, o la sopa cítrica.

En este nuevo proyecto, los dos hermanos han querido también poner su atención en la mixología, un aspecto que cada vez toma más protagonismo en los restaurantes de hoy en día. En la carta de cócteles podemos encontrar tragos clásicos, como el Bloody Mary, la Caipirinha, la Caipiroska, varios mojitos, piscos y micheladas.

Por otra parte, los combinados de autor son un homenaje a destinos conocidos por Sergio y Alberto de alrededor del mundo. De Asia traen su Ginza, elaborada con sake, licor de cítricos y de café, zumo de naranja y piña y su Sian Thai, hecho de vodka, licor de coco, lima, jengibre, chile tailandés y hoja de lima kafir. Latinoamérica está presente en ‘Es la Neta’, una sorprendente combinación de tequila Don Julio, jengibre, chocolate blanco, lima y un toque picante, o en ‘Sweet Octopus’, que hermana aromas peninsulares con otros caribeños, gracias a su singular composición, con ron Kraken, de Trinidad y Tobago, Pedro Ximénez, jengibre, hierbabuena y zumo de lima.

coctel del Moemia

 

El Campo de las Naciones ha sido el lugar elegido para desarrollar este nuevo proyecto, muy cerca del restaurante Taramara, también de los hermanos Hernández. La taberna estará abierta de martes a domingo de forma ininterrumpida, a excepción de la cocina, por lo que se podrá disfrutar desde el mediodía hasta la madrugada de su carta de cócteles y de su magnífica terraza.

El interior del restaurante se presenta también como una seña de identidad del restaurante, y es que las paredes han sido ilustradas por el artista local, Tato Repetto, quien se ha inspirado en el mundo del arte urbano para dotar al local de un ambiente desenfadado y urbano. Para el resto de la decoración han contado con Lambatic Estudio, con quienes ya trabajaron en el diseño de Taramara.

decoración Moemia

 

Credito
Guillermo García de Benito