Las redes sociales son, a día de hoy, el medio de comunicación más potente que existe para la gastronomía. Esta realidad, que pocos se atreverían a poner en tela de juicio, entraña una serie de complicaciones. ¿Realmente se le está sacando todo el rendimiento a este potente medio de comunicación? ¿Se invierte y se trabaja en ellas lo suficiente como para que lleguen a cumplir su objetivo? Tener un perfil en Instagram o en Facebook no es, en realidad, suficiente: para que las redes sociales lleguen a ser realmente eficientes se necesita un trabajo, una dedicación y una inversión.
Desde que Instagram empezase su creciente y, de momento, imparable ascenso se ha convertido en la red social de referencia para la gastronomía. Esto parece deberse a que las redes sociales pueden vivir (y viven) solo de fotografía: atrás quedaron los largos post en blogs, que a día de hoy parecen condenados a ser una mera herramienta para el ansiado posicionamiento SEO.
Atrás, junto a ellos, quedaron también las trabajadas y deliberadas fotografías de estudio. Las redes sociales ansían realidad, demandan inmediatez y tienen hambre de instantáneas en ángulos imposibles que reflejen el sabor, el olor y el sentimiento que la cocina debe transmitir. Hoy, con los dispositivos móviles, debemos mostrar nuestra cocina, nuestro espíritu, nuestro día a día. Se puede llegar a pensar: "¿pero a quién le puede importar cómo organizo yo la mise en place?", pero es un pensamiento anticuado. Es asombroso observar los miles de reproducciones que un contenido así puede llegar a generar.
Hoy que la experiencia gastronómica llega antes de que el comensal se siente a la mesa, seremos analizados, juzgados y escogidos (o desechados) por lo que se cuente de nosotros en las redes sociales. Y no solo por lo que posteemos en nuestras propias redes, sino por lo que otros digan de nuestro local, atención y producto en sus propias redes sociales: la realidad nos enseña que un prescriptor vale más que mil palabras. Una verdad a voces, y una que trae a todo nuestro sector de cabeza, es que un mal comentario te puede arruinar el día, y hasta la semana. Los errores en cocina y en sala, errores son; pero se pagan con duros comentarios que llegan de manera inmediata a cientos o miles de personas.
No obstante, a los vencedores se les distingue por su capacidad de adaptación y reacción; y es que si queremos (y sabemos cómo) podemos hacer que nuestros clientes sean el altavoz de nuestra marca. Tenemos la ventaja de ser parte de un sector que juega con situaciones, sentimientos y emociones que todos queremos compartir; pero debemos trabajar para enamorar más allá de las papilas gustativas. Debemos cuidar la puesta en escena, el servicio… Y jugar con las emociones y la experiencia.
Debemos ser exigentes, cuidadosos y atentos, porque todo lo que pasa aquí y ahora también pasa allí y ahora; y esto es una nueva regla del juego que debemos tener siempre en cuenta. Por tanto, es importante dedicar tiempo a pensar qué contenido se quiere compartir, qué se quiere transmitir. Cuidar los detalles, sorprender con presentaciones originales, dejar que tu contenido hable de ti y que tus mejores prescriptores sean tus comensales, invertir tiempo y recursos en hacer de cada plato una fotografía que diga “cómeme”, trabajar con el personal de sala para que comuniquen de manera efectiva el producto…
Todas estas pequeñas estrategias nos pueden ayudar a llevar las riendas de nuestra comunicación, haciendo que los demás hablen de nosotros. Es obvio que, por muy buena comunicación que tengamos, las malas reviews no van a desaparecer: todos tenemos un mal día (o, en nuestro campo, un mal servicio). ¡De hecho, si todas las reseñas fuesen positivas los usuarios no se fiarían del todo de ellas! Pero el objetivo es potenciar las experiencias de los usuarios satisfechos, animarles a hablar de sus detalles favoritos, para que los malos comentarios sean anecdóticos y los clientes potenciales tengan interés en nuestro producto.
En este campo en el que puede resultar interesante colaborar con los tan polémicos influencers. Rechazados por muchos, opino que es necesario saber trabajar y reconocer su valor. Como personajes públicos, su opinión (positiva o negativa) llega a mucha más gente que un comentario escrito en una página web; por lo que cumplen sin duda un papel fundamental.
Fuente: Revista Excelencias Gourmet No. 65