El vino español y su primacía histórica en Cuba (I parte)

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René García Valdés
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vino español

El vino español ha sido durante siglos el de mayor presencia en Cuba. No hay otra bebida de este tipo que haya impactado más en el mercado cubano. Las razones de su permanencia son muchas, primero que todo cultural.
Ligado a lo anterior, está demostrado que no hay vino con otra nacionalidad que maride mejor con la comida cubana.

Definitivamente la influencia española en nuestra cocina hace que los platos cubanos sepan mejor acompañados con blancos de Galicia, Catalunya, o tintos de Rioja,  Castilla-León, Navarra, por solo citar unas pocas regiones. Salsas y guarniciones usuales en nuestras costumbres armonizan perfectamente con los aromas y sabores de los vinos españoles.

Es, entonces, natural que las Cartas de Vino de las instalaciones gastronómicas privilegien estos vinos. Marcas de la mayoría de las denominaciones de orígenes de España aparecen bien representadas ya que, por suerte, el catálogo comercial de vinos en Cuba  posee un inventario bien amplio.

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Es que Cuba desde 1492 los conoció. El mismo Cristóbal Colón fue el que introdujo el vino español en Cuba. Esta bebida formaba parte de los avituallamientos en los viajes de conquistas de nuevos territorios. Era parte de la dieta del español común de la época, además de  considerarse medicina así como parte esencial de la liturgia cristiana.

El vino procedía del Marco de Jerez, el más universal y famoso de todos en la época. Eran los jereces los que se encontraban con más capacidad para abastecer los navíos en puertos andaluces. La infraestructura de la época los beneficiaba. Botas jerezanas de 500 L de capacidad cada una, venían dispuestas en las naves para acompañar a los navegantes en sus aventuras.

Con la dominación española, Carlos V dispone en 1542 que los vinos españoles se puedan enviar a las Indias. Las consignaciones se reparten entre las islas de La Española, Puerto Rico y Cuba, pero a partir de 1569 es Cuba quien acapara la atención.

Es curioso que la mayor parte del tráfico comercial de exportación de vinos lo mantenga en esa época Gran Canaria con Cuba, fundamentalmente con La Habana. Gran Canaria consideraba a Cuba como un mercado más rentable y mejor cliente, capaz de absorber entre 5 000 y 6 000 pipas anuales. De hecho, La Habana era la principal receptora de vinos grancanarios en toda el área del Caribe.

No es raro entender que la historia recoja que los primeros lugares que se establecieron en la Isla para expender bebidas alcohólicas sirvieron vino procedente solo de España, y más tarde también aguardiente. Se denominaban botillerías. Igual sucedió en las cantinas instaladas en las cercanías de los cuarteles durante la Guerra de Independencia.

Cuba fue el primer país que recibió al excelente vino español riojano. Archivos de La Rioja y memorias del fundador de Bodegas Marqués de Murrieta cuentan que es en 1852 que esta acreditada casa realiza la primera exportación de vino riojano al exterior. México y Cuba son los destinos designados. La nave con 100 barricas de roble llega felizmente a puerto habanero. Desafortunadamente el buque que transportaba la partida para México nunca llegó a puerto.

Está registrado que Viña Tondonia, bodega riojana de Haro, enviaba ya a finales de siglo una gran cantidad de vinos a la colonia y la marina.

Estos datos aislados en tiempo pero instructivos, evidencian la relación histórica de Cuba y  los vinos españoles desde 1492 hasta finales del siglo XIX.

El siglo XX está cargado de datos, fechas y eventos que consolidan aún más la posición cimera del vino español en el comercio cubano. Un ejemplo de esto es la querella que causa la descarga en Cienfuegos de 180 pipas de vino tinto, marca Torres, transportada por el vapor Conde Wilfredo, procedente de Barcelona,  el 10 de diciembre de 1902. Pero dejemos la expectativa de este hecho y otros más para una segunda parte.

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René García Valdés