Se puede afirmar casi con total certeza que los platos más icónicos y universales llevan el sello de la sencillez. Bien lo afirma la delicia que hoy celebra su popularidad en las meriendas, comidas y cenas alrededor del mundo: las patatas fritas. Ciertamente el tubérculo que hace posible la receta es de las maravillas más versátiles de la cocina de todos los tiempos y latitudes, pero su elaboración sumergida en aceite es la verdadera monarca.
Desde su crujiente exterior hasta la suavidad de su interior, las patatas fritas son un ejemplo perfecto de cómo la simplicidad puede hacer a un aliento ganarse el gusto de todos. Justo en su día, celebramos con un poco de historia.
Tradición a medio camino entre Francia y Bélgica
La historia de las patatas fritas está envuelta en una disputa entre dos naciones europeas que se atribuyen su invención: Bélgica y Francia. Los belgas defienden que nació en Namur hace más de 300 años, cuando la falta de pescado obligó a los aldeanos a freír patatas en su lugar, mientras,los franceses aseguran que su origen se remonta a los vendedores ambulantes en el Puente Neuf de París a finales del siglo XVIII.
El arraigo de las patatas fritas en Bélgica es tal que se considera una comida por sí sola. De hecho, los belgas consumen alrededor de 40 kilos de patatas al año, y su amor por este platillo es tan grande que han solicitado a la UNESCO que las patatas fritas sean reconocidas como patrimonio cultural inmaterial.
Se preparan tradicionalmente con patatas Bintje y fritas en sebo de res, se fríen dos veces para lograr un contraste perfecto entre un interior cremoso y un exterior crujiente.
Por su parte, Francia ha mantenido viva esta tradición culinaria, a partir de una fritura similar a la belga, pero acompañadas con salsas sofisticadas. Otra diferencia es que en este caso se entienden como un complemento de platos principales.
Conquista del otro lado del Atlántico
La popularidad de las patatas fritas conquistó especialmente a Estados Unidos. Conocidas como "french fries", se han convertido en un símbolo también de su cultura gastronómica estadounidense. Se sirven en prácticamente cualquier restaurante, desde cadenas de comida rápida hasta establecimientos gourmet, pero sobre todo como un componente esencial de las hamburguesas.
Patatas fritas al estilo “fish and chips
En el Reino Unido, las patatas fritas forman parte de uno de los platos más tradicionales: el “fish and chips”. Este clásico británico combina pescado empanado y frito con patatas fritas gruesas, servidas tradicionalmente con sal y vinagre. La simplicidad y la contundencia de este plato han hecho de él un favorito nacional desde el siglo XIX. Los británicos disfrutan sus patatas fritas en un estilo diferente, más rústico y menos crujiente que el belga o el francés.
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