Cada 27 de marzo se celebra el Dia Internacional del Queso, una fecha marcada en el calendario de cualquier ‘turófilo’, como se les llama a los amantes del queso. En el mundo hay más de 2.000 variedades de quesos, de las cuales alrededor de 200 son de origen español.
Semicurados, tiernos, cremosos, blandos, ahumados… los tipos de quesos que hay son casi infinitos. Las diferencias entre los tipos se deben principalmente al tiempo de maduración: el queso fresco se pone a la venta casi sin maduración, seguido por el tierno, al que le dejan 30 días en proceso de curación. La maduración del semicurado oscila entre 1 y 3 meses, mientras que el curado va de 3 a 6. El queso viejo tiene una curación de entre 6 y 9 meses, y todo aquel queso de más de 9 meses es considerado añejo. Cuanto más tiempo se haya dejado madurando al queso, mayor concentración de sabor y firmeza tendrá; de ahí que el queso añejo sea el más fuerte.
El queso es un derivado del lácteo, por lo que cuenta como una de las tres raciones diarias de lácteo que recomienda la Fundación Española de la Nutrición. En cuanto a sus propiedades, es una mayor fuente de proteínas que la leche; y además contiene altas dosis de calcio, un mineral imprescindible para el cuerpo humano, que se encarga de ayudar a formar y mantener los huesos y dientes fuertes y ayuda al funcionamiento del sistema nervioso y muscular.
Este lácteo es una fuente de vitaminas, contiene del tipo A y D que facilitan la absorción del calcio en los huesos y dientes; y ayuda a mantener una visión normal. Además, es rico en vitamina del tipo B, especialmente B12 (beneficiosa para la sangre y cerebro), B9(formación de glóbulos rojos y crecimiento de células), B1 (ayuda a convertir los carbohidratos en energía) y B2 (libera energía de las proteínas).
Un alimento que o amas u odias, no hay un término medio, y que ejerce de protagonista en multitud de recetas, como en la pizza. Gorgonzola, Manchego, Gouda, Torta del Casar… estos son algunos de los más de 2.000 que hay.
