La gastronomía argentina es reflejo del carácter multiétnico y multicultural de la población del país. En toda su extensión, esta nación posee tanto paisajes para admirar, cómo aventuras por vivir, cientos de recetas para disfrutar, secretos culinarios por descubrir y vinos que catar. La gran verdad: en Argentina la diversidad gastronómica va aparejada a la riqueza geográfica y cultural. Actualmente, la joven cocina argentina es el resultado de la fusión entre tradiciones recibidas por los colonos españoles con una combinación perfecta entre conocimientos heredados de los inmigrantes europeos y las recetas de los pueblos originarios, añadiendo exitosamente a la ecuación, los excelentes vinos producidos en las bodegas nacionales.
Como premio merecido ante esta transculturación de sabores, experiencias e historia, la gastronomía argentina posee un catálogo variado y extenso, amplio y generoso, que abriga en su seno un abanico de posibilidades y combinaciones.
Sentarse a una mesa en cualquiera de las regiones del territorio nacional será una fiesta para los sentidos y el paladar. Argentina tiene varios hitos por los cuales es reconocida gastronómicamente a nivel mundial. Uno de ellos, es su cocina autóctona, la cual mantiene la tradición de sus ancestros y da la bienvenida a otras culturas, por ello muestra una mezcla de ingredientes y recetas criollas, nativas, españolas e italianas. Otro hito radica en la industria vitivinícola y el poder de los vinos para enamorar al paladar de los expertos y de los no tan expertos, esos comensales no profesionalizados: la población, el turista…
Entonces, ante este vasto catálogo de sabores y oportunidades, ¿cómo sacar el máximo provecho para disfrute del paladar? La respuesta está en el maridaje, esa placentera combinación entre platos y vinos que nos permitirá resaltar y destacar las cualidades organolépticas de ambos productos, disfrutar de su armonía y ensamble. Los argentinos, por supuesto, cuentan con una lista de maridajes tradicionales y atractivos que le sacan el máximo partido a sus potencialidades culinarias y vinícolas. Poseen sociedades gastronómicas inesperadas, pero todo siempre a fin de permitir paladear los excelentes vinos que producen con la mejor compañía.
LA TRADICIÓN VITIVINÍCOLA ARGENTINA
La vitivinicultura argentina posee más de cinco siglos de historia, y cómo mismo la gastronomía en el país, ha ido integrando saberes de los pueblos originarios con la tradición de los inmigrantes europeos. Lo que comenzó a producirse en Santiago del Estero, a partir de las cepas Moscatel y Uva País, procedentes de España, ha llevado a la nación a convertirse en el representante más importante de América del Sur en este sector.
Si bien hace 20 años la superficie cultivada con vides en el territorio argentino la concentraban Mendoza y San Juan, a día de hoy se extiende por 19 provincias, lo que significa casi la totalidad del país. Existen 223.585 hectáreas cultivadas con viñedos: Malbec, Cereza, Bonarda, Criolla Grande, Cabernet Sauvignon, Syrah. Esto representa el 3% de la superficie mundial. Con base en la innovación, la producción nacional vitivinícola ofrece una propuesta inclusiva, sustentable y diversa. Argentina actualmente se ubica en el top cinco detrás de Italia, España, Francia y Estados Unidos en la producción de vino. Cerraba el 2021 con 215 mil hectáreas de viñas plantadas. A día de hoy, exporta a más de un centenar de países, con Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Brasil y Países Bajos como los mayores importadores. No es de extrañar que el vino ocupe el lugar que ocupa en la vida de los argentinos, al punto de consolidarse como uno de los elementos fundamentales de la identidad: el 24 de noviembre del 2010 se firmó el Decreto 1800, con el que quedó declarado como bebida nacional de la Argentina, desde entonces, ese día se conmemora como el Día del Vino Argentino.