Recientemente, tuve el privilegio de asistir al Campeonato Mundial de Tapas en Valladolid, un evento que cada año consolida su relevancia como uno de los máximos escaparates de la creatividad culinaria global.
Este certamen es mucho más que un concurso gastronómico, es una muestra de cómo la libertad creativa en la cocina puede transformar un concepto tradicional, en auténticas obras maestras de la alta cocina.
La tapa en la alta cocina
Como miembro del jurado, tuve la oportunidad de ver de cerca la extraordinaria creatividad de los chefs participantes, provenientes de 16 países de diferentes continentes. Es impresionante cómo la cocina creativa, la “cocina de la libertad”, ha permitido que los cocineros puedan crear auténticas obras maestras de la alta cocina, incluso, en formato tapa.
Desde sus inicios, las tapas eran simples acompañamientos para las copas de vino, creadas para “tapar” y proteger las bebidas en Andalucía. Con el tiempo, este concepto evolucionó y se expandió por toda España con diferentes denominaciones (pintxos en el País Vasco y aperitivos en Madrid). Hoy, las tapas son un símbolo internacional de la cultura española y, como demostró el campeonato, un terreno fértil para la innovación culinaria.
VIII Campeonato Mundial de Tapas en Valladolid
El Campeonato Nacional de Pinchos y Tapas se celebra en Valladolid desde hace 20 años, y hace ochos años se inauguró su versión Mundial. En esta edición participaron, como digo, 16 países, cada uno representado por un chef, que transformó las tapas en una auténtica expresión de la alta gastronomía.
España, como anfitrión, estuvo representada por Teo Rodríguez, del restaurante Trasto de Valladolid, ganador del Concurso Nacional del año pasado. Su creación, una tapa que combina técnica, sabor y presentación, le valió a España el primer lugar este año. Como dato curioso, Teo es hermano de Elena Rodríguez, la directora de la Real Academia de Gastronomía de España desde hace más de 10 años.
Por otro lado, la relevancia internacional del evento quedó patente con la presencia de Francia como país invitado. La delegación gala, acompañada por un Secretario de Estado y una cobertura mediática significativa, demostró que incluso una potencia gastronómica como Francia reconoce el potencial de las tapas, como vehículo para integrar innovación y tradición en la alta cocina.
Este año, además de España como ganador, los premios reflejaron la diversidad y el alcance global del concurso.
1º lugar: España, por el chef Teo Rodríguez, del restaurante Trasto en Valladolid.
2º lugar: Francia, cuya propuesta demostró cómo la tradición culinaria gala puede dialogar con el concepto de tapa.
3º lugar: Indonesia, con una creación que fusionó técnicas modernas con ingredientes tradicionales del sudeste asiático.
4º lugar: Nueva Zelanda, destacando por su creatividad y el uso de productos locales.
5º lugar: México, representado por el chef Jordi Casos del restaurante Asador Catalán, quien previamente ganó el concurso nacional en Querétaro.
"El Chamuco", Jordi Casas, México
Tapas tradicionales y tapas creativas
Un aspecto que creo que habría que tener en cuenta tras esta edición, es la necesidad de evolucionar el formato del campeonato. Sería interesante que, en el futuro, se organicen dos concursos diferenciados: uno enfocado en las tapas tradicionales, que puedan ser replicadas en bares y tabernas de todo el mundo, y otro dedicado a las tapas de alta cocina, aquellas que encuentran su lugar en restaurantes de prestigio internacional.
Esta división permitiría valorar tanto la accesibilidad como la sofisticación, dos facetas igualmente importantes en la gastronomía.
La cultura de las tapas, patrimonio mundial
Este evento no solo celebra la excelencia gastronómica, sino que también refuerza la importancia cultural de las tapas.
De hecho, el Gobierno español plantea solicitar a la Unesco la inclusión de la Cultura de las Tapas en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, un reconocimiento que, en mi opinión, honraría tanto su origen como su capacidad para inspirar a chefs de todo el mundo.
El Campeonato Mundial de Tapas es un testimonio del poder transformador de la gastronomía, capaz de unir culturas y trascender fronteras. Desde Valladolid, epicentro de esta celebración, las tapas no solo brillan como icono de la cocina española, sino como símbolo de creatividad, innovación y sostenibilidad en la cocina global.
Quiero felicitar a todos los participantes y espero con entusiasmo la próxima edición, donde seguro seguiremos viendo cómo las tapas siguen conquistando el mundo y marcando el camino hacia una nueva era de la gastronomía.
