Marimar Torres lleva el apellido de una familia con más de tres siglos en el negocio del vino. Pero haría falta mucho más que eso para hacerse de un lugar en un sector dominado por hombres, hasta luego convertirse en una de las representantes más conocidas de la vid española en los Estados Unidos.
Conversando con Excelencias Gourmet, recuerda que a finales de los 50 era una niña que observaba cómo su padre permitía a sus hermanos lo que para ella, como mujer, estaba vetado: trabajar en el negocio familiar. "Mis padres lo que querían era un novio para casarme y convertirme en una ama de casa" (ríe).
Ya a los 23 Marimar Torres decidió que era el momento de ser algo más y buscó ofertas de trabajo entre los anuncios de la prensa. "Todos pedían como requisito que se presentara un curriculum vitae pero yo no tenía. Entonces di con un posible empleo donde solo solicitaban comunicarse por teléfono. Fui a la entrevista y, por supuesto, pedí un salario mucho más alto del que estaban dispuestos a pagarme. Finalmente mi hermano Miguel me preguntó la razón por la cual quería marcharme, y me ofreció un trabajo con un salario mejor. Me convencí de que esto era lo mío, mi mundo, y me quedé", nos cuenta.
Primero viajó por España promocionando los vinos de Torres, como directora de exportación de la empresa. Luego su destino sería los Estados Unidos, una decisión que cambiaría para siempre el curso de su vida.
"En 1973 me enamoré de San Francisco y del hombre con quien me casé. Fue esta la mejor excusa que encontré para quedarme allí. El matrimonio duró cuatro años. Tras la ruptura mi familia esperaba que volviera a España… pero me quedé, y hoy sigo en el mismo sitio, junto a una hija maravillosa que es un sol", dice con notable orgullo.
Don Miguel y Doña Margarita
En 1981 Marimar Torres convenció a su padre de invertir en California. "Estuve unos dos años buscando el terreno, que no era muy extenso porque no había tanto dinero. Compramos el lugar en las lomas de Sebastopol (Russian Valley, Sonoma) y luego me fui a Davis a estudiar enología y vinicultura", rememora.
Primero plantó el viñedo Don Miguel, en 1986, muy cerca del Pacífico, en una zona ideal para la Chardonnay y Pinot Noir. La bodega Marimar Estate finalmente vio la luz en 1992, y en el 2000 adquirió una nueva propiedad en la D.O. Sonoma Coast, con Pinot Noir, bautizada con el nombre de Doña Margarita. Ambos viñedos fueron nombrados en honor a sus difuntos padres.
Hoy Marimar Estate da la bienvenida a sus visitantes con simpáticas esculturas de sus mascotas, tres english springer spaniels que acompañan a su dueña y a su hija en todo momento. La bodega, con capacidad para 15.000 cajas, está situada en lo alto de una colina en medio del viñedo. Sus vinos, elaborados únicamente con uvas de la propiedad, se exportan a más de 40 países, principalmente a Suecia, España, Reino Unido, Canadá, Japón e Islandia.
"Estamos muy cerca del Pacífico, bañados por toda una masa de agua fría que refresca la costa y resulta buena tierra para cultivar. La fruta de nuestro viñedo es una maravilla, es estupenda. Empecé a plantar el Pinot Noir cuando el vino tinto no estaba de moda. En esto he tenido suerte. También antes se prefería el Chardonnay amaderado, pero yo nunca he querido el predominio de la madera.
"Desde el principio he pensado que hay que expresar la personalidad de la viña. Nunca he privilegiado demasiado la madera, pues creo que esta tiene que ser como el marco de un cuadro lindo, que lo haga resaltar, no que lo enmascare o tome la personalidad de este, sino que lo haga más vivo.
"Nosotros empleamos una tercera parte de roble nuevo, de procedencia francesa, de la mejor calidad. Hace un tiempo nos enfrascamos en un vino blanco sin madera, sin roble, que se llama Acero", explica Marimar Torres.
Actualmente sus viñedos son un ícono de la vinicultura californiana centrada en la biodiversidad y la sostenibilidad. Ostentan la certificación orgánica y están en la búsqueda de la biodinámica, que implica considerar a la viña como un ecosistema en su conjunto.
De la viña al plato
La pasión de Marimar Torres trasciende de los viñedos a los fogones y la literatura. Su primer libro, The Spanish Table, fue publicado en 1986. En 1992 vio la luz su segunda entrega, The Catalan Country Kitchen, en Estados Unidos, que se multiplicó a España tres años después con el título La Cocina Catalana.
"Me fui a vivir a EE.UU. 20 días antes de que muriera Franco. Cuando retorné comprendí que España evolucionaba y florecía muy de prisa y, sobre todo, en el ámbito de la comida y el vino. Fue un cambio tremendo. Luego comprobé que en Estados Unidos no se conocía la cocina española. Más bien la asociaban con las tortillas y el picante de la gastronomía mexicana. Estuve dos años a tiempo completo escribiendo libros, tras intercambiar y tener contactos con los mejores chefs de la época y visitar varias zonas vinícolas de España", comenta.
"En el norte de California la gente es muy sofisticada. Además, la persona con la que me casé en EE.UU. era un crítico de vinos y de restaurantes. Todo esto alimentó mi cultura culinaria, porque antes en España mi madre nunca me dejaba entrar en la cocina. Solo lo lograba cuando mis padres se iban de viaje", asevera Marimar Torres.
Hoy presume de un Club de Vinos con casi 1 300 socios en California (también existe uno similar en España), que realiza uno o dos eventos al mes. "Comparto y cocino para los asistentes. Acondicioné mi cocina para preparar comidas para unos 60 comensales.
"Y es que fue en EE.UU. donde pude probar que podía hacer de mi vida lo que quisiera. Eso ha dado California, la libertad, y después claro ya pagaré las consecuencias", desafía sin temor.