Desde las selvas tropicales de San Martín hasta mercados gourmet del mundo llegan algunos de los mejores chocolates. Justo al norte de Perú, se ubica una de las plantaciones ideales del cacao. Tradición e innovación se unen allí para potenciar la producción de derivados como forma de preservar y celebrar una herencia cultural milenaria pero también afianzar a la región entre sus productores imprescindibles.
La condición natural de sus suelos y clima ha potenciado sus virtudes gracias a la implicación del gobierno local y el compromiso de sus habitantes a partir de la puesta en marcha de técnicas agrícolas más sostenibles y eficientes, programas de capacitación para los agricultores, que derivan en un aumento de producción y de la propia calidad del cacao.
El cacao se torna el centro de las familias agricultoras. Son ellas quienes transmiten de generación en generación el saber ancestral de su cultivo y procesamiento. El arraigo cultural de este pueblo con la semilla trasciende a festividades y eventos comunitarios que celebran su importancia en la vida diaria de los habitantes. De ahí que sea parte indisoluble de su identidad.
En este sentido, se ha tornado también un elemento turístico para quienes buscan adentrarse en la historia y tradiciones locales. Así, han surgido experiencias donde el cacao se integra en itinerarios turísticos, que incluyen visitas a plantaciones, fábricas y tiendas de productos derivados.
Durante el Salón del Chocolate celebrado en Lima del 18 al 21 de julio, Amora Carbajal, directora general de la Red Mundial de Destinos de Turismo del Cacao y Derivados advirtió sobre los desafíos del cultivo en la región teniendo en cuenta las amenazas del cambio climático por lo cual instó a la investigación y desarrollo de estrategias de adaptación para asegurar la sostenibilidad a largo plazo de su producción, y por tanto, la solidez de San Martín como referente gastronómico de la herencia andina