Hay años que pasan sin dejar marca y años que se convierten en punto de inflexión. 2025 pertenece sin duda a estos últimos. No fue un año de titulares aislados, sino de transformaciones profundas que reordenaron geografías, instituciones y narrativas culinarias. La gastronomía global —y especialmente la gastronomía iberoamericana— vivió en 2025 un cambio de piel que no se puede ignorar.
El arranque simbólico llegó con Madrid Fusión Alimentos de España, cuyo lema —“Revolucionarios”— anticipó con precisión el pulso del año. La cita no solo rindió homenaje a quienes transformaron la cocina española hace tres décadas —Adrià, Arzak, Roca, Dacosta, Berasategui, Subijana, Ruscalleda…—, sino que enfocó a una nueva generación que revoluciona desde espacios más íntimos, libres y territoriales. La revolución de 2025 no fue técnica: fue conceptual. Cambió la mirada.
Los hitos que han reordenado el mapa gastronómico global
A nivel internacional, Perú volvió a situarse en el centro del mapa: Maido fue elegido como mejor restaurante del mundo según The World’s 50 Best Restaurants, consolidando a Lima como capital culinaria y elevando la cocina nikkei a la categoría de lenguaje universal.
2025 también fue un año clave para el vino y el enoturismo. China mostró al mundo su potencial vinícola en la II Cumbre Global de Enoturismo Responsable, con regiones como Ningxia o Yantai posicionándose como nuevos destinos internacionales. En paralelo, el ranking World’s 50 Best Vineyards incluyó ocho bodegas españolas entre las cincuenta mejores del mundo, mientras Latinoamérica mantuvo una presencia destacada con bodegas de Argentina, Chile, Uruguay, México y Brasil. Un año marcado, además, por la celebración del 100 aniversario de la DOCa Rioja, que reafirmó su peso histórico y su papel como motor exportador del vino español.
La innovación también tuvo su momento: se presentó un sistema pionero para controlar el velo de flor durante la crianza biológica de los vinos generosos, una herramienta que abre nuevas posibilidades a las bodegas andaluzas y demuestra que el vino avanza tanto desde la tradición como desde la ciencia.
Dentro del eje iberoamericano, México sumó reconocimientos internacionales con varios de sus quesos; Bolivia, como país invitado en Alicante Gastronómica, enamoró con su identidad andina y amazónica; y República Dominicana celebró uno de los hitos personales del año con la distinción a Inés Páez Nin, Chef Tita, primera dominicana en recibir el Champions of Change Award 2025 de Latin America’s 50 Best Restaurants por su impacto social y su defensa de la gastronomía dominicana a través de la Fundación IMA.
En España, las guías aportaron algunos de los titulares más comentados. La Guía Michelin 2026, presentada en Málaga, no incorporó nuevos tres estrellas, pero sí firmó un gesto que muchos consideraban injusto y ha sido largamente esperado: Enigma, de Albert Adrià, obtuvo su segunda estrella. Y al mismo tiempo emergió uno de los fenómenos del año: EMi, en Madrid, que en solo tres meses pasó de apertura discreta a reconocimiento nacional con su primera estrella Michelin.
La Guía Repsol 2025 reforzó la tendencia hacia una alta cocina más emocional y menos solemne al otorgar sus tres Soles a Bagá (Jaén), de Pedro Sánchez, y La Finca (Elche), de Susi Díaz. Dos casas que representan una exquisitez basada en la memoria, la sensibilidad y el territorio.
Instituciones renovadas, sostenibilidad real y una nueva cultura gastronómica
2025 también fue un año decisivo en lo institucional. La Real Academia de Gastronomía celebró sus Premios Nacionales de Gastronomía en Granada, marcando un giro descentralizador histórico y subrayando que la gastronomía española se construye desde múltiples territorios. La gala reivindicó un concepto amplio de gastronomía donde cocina, investigación, sumillería, comunicación y proyectos sociales dialogan en igualdad.
Puerto Rico dio un paso decisivo con la primera edición de los Premios Nacionales de Gastronomía de APUGA, consolidando la entrada del Caribe en el circuito iberoamericano. Y desde la Academia Iberoamericana de Gastronomía (AIBG) llegó la noticia institucional del año:
“La AIBG confía en Luis Ros como nuevo secretario general y abre una etapa ilusionante, de continuidad y nuevos impulsos para la gastronomía iberoamericana.”
Un nombramiento que fortalece la red de 17 academias y confirma a Iberoamérica como una región gastronómica en plena expansión.
Pero 2025 no solo renovó instituciones. También renovó discursos. Por fin se habló del verdadero significado de la sostenibilidad gastronómica, que no es una estética verde ni un gesto simbólico, sino la capacidad de sostener restaurantes, empleos, horarios, salud mental, conciliación, viabilidad económica, oficio y talento. En 2025 quedó claro que la sostenibilidad real es la estructura que sostiene a toda la gastronomía, no un adorno en el discurso.
Este año también hubo momentos de inseguridad y angustia: productores, exportadores, importadores y distribuidores afrontaron una situación crítica por los aranceles impuestos por la administración Trump a materias primas, productos agroalimentarios y vinos europeos y latinoamericanos. El aumento de costes y las tensiones logísticas afectaron especialmente a las pequeñas y medianas empresas, recordando que la gastronomía no existe sin cadenas de suministro saludables.
En lo cotidiano, los puestos gastronómicos en mercados consolidaron su papel como modelos serios de restauración urbana: lugares donde el producto, la creatividad y el contacto directo con el comensal marcan un nuevo tipo de excelencia accesible.
Y bajo todo ello avanzó una revolución silenciosa, pero decisiva: la inteligencia artificial. Ya integrada en reservas, predicción de demanda, control de desperdicio, análisis de costes y comunicación, la IA comienza por fin a transformar la forma en que se piensa, organiza y dirige un negocio gastronómico.
2025 no solo cambió el mapa gastronómico: cambió la conversación.
Redefinió liderazgos, amplió fronteras, dio voz a regiones históricamente invisibles e impulsó una reflexión profunda sobre qué significa realmente sostener la gastronomía y a quienes la hacen posible. La revolución de este año 2025 no es silenciosa. Fue clara, necesaria y profundamente transformadora.
2025 no ha cocinado tendencias; cocinó una nueva manera de mirar la gastronomía.
