Con la llegada del verano y las temperaturas elevadas el riesgo de sufrir una toxiinfección alimentaria aumenta peligrosamente. Además, los hábitos de alimentación en esta época del año: comidas preparadas con antelación para llevar a la oficina, excursiones a la playa o al monte a menudo soportando condiciones inadecuadas…, no hacen sino agravar la situación. A continuación ofrecemos consejos prácticos y sencillos para evitar que les afecten este tipo de afecciones de origen alimentario.
Toxiinfecciones alimentarias
Son enfermedades que a su vez engloban dos tipos que pueden darse por separado o simultáneamente:
Intoxicaciones: originadas al ingerir alimentos que contienen sustancias tóxicas (toxinas) contenidas en el alimento de forma natural, añadidas de forma artificial o producidas por microorganismos que se han desarrollado en el alimento antes de consumirlo (por ejemplo, el botulismo).
Infecciones: ocasionadas por la ingestión de alimentos o aguas contaminadas con microorganismos patógenos (es decir, que provocan enfermedades) vivos y que se desarrollan en nuestro organismo generando una infección (por ejemplo, la salmonella).
Consejos prácticos para evitar una toxiinfección
Es fundamental intentar evitar la contaminación del alimento. Para esto es importante, además de respetar la higiene, lo siguiente.
- Controlar la temperatura: evitar las temperaturas intermedias (templadas), conservar en frío (la refrigeración ralentiza el crecimiento bacteriano, la congelación lo detiene) o en calor (tratamientos como la pasteurización o la esterilización de materias primas) o un adecuado tratamiento culinario por calor (más de 70ºC en el centro del producto) destruirán, en la gran mayoría de los casos, los microorganismos presentes en los alimentos.
- Controlar el tiempo: evitar los tiempos de espera entre preparación y consumo, y evitar igualmente los almacenamientos prolongados.
¿Cómo evitar la contaminación cruzada en la cocina?
La contaminación cruzada es la transmisión de microorganismos de un alimento contaminado, normalmente crudo, a otro que no lo estaba, normalmente ya cocinado.
- Colocar en el frigorífico los alimentos cocinados o listos para consumir en las baldas superiores y los crudos como carnes y pescados en las inferiores para evitar goteos.
- Conservar los alimentos separados en recipientes cerrados herméticos que eviten posibles contactos.
- Lavarse siempre las manos antes de cocinar y después de manipular alimentos crudos o cambiar de un alimento crudo a otro, bien sea crudo o cocinado.
- No utilizar nunca los mismos utensilios (cuchillos, cubiertos, platos) para manipular alimentos crudos y cocinados. Limpiar los equipos como batidoras o picadoras al cambiar de tipo de alimento.
- Al servir la tortilla no utilizar nunca el plato con el que la hemos dado la vuelta en la sartén porque contiene restos de huevo crudo y podemos contaminarla.
- Limpiar a fondo con detergente y agua caliente, no sólo con una bayeta húmeda, la tabla de cortar al cambiar de tipo de alimento. Actuar de igual manera con la encimera.
- Cambiar de paño de cocina si lo hemos manchado o tocado al manipular un alimento crudo. Una opción es utilizar papel de cocina desechable.
- Montar las ensaladas de diferentes ingredientes (verduras, cárnicos, pescados, quesos...) en el último momento y mantener refrigerado hasta el consumo.
- Trabajar con un sistema de marcha hacia adelante en el que las diferentes etapas de la elaboración del alimento desde su manipulación inicial como materia prima hasta su emplatado y consumo, no interfieran entre ellas.
- Una adecuada higiene de la cocina que incluya la limpieza y desinfección periódica de superficies, equipos, utensilios y otros materiales contribuirá de manera eficaz a prevenir posibles contaminaciones de los alimentos.