Entre las uvas preferidas en la fabricación de vinos la merlot tiene un lugar especial. No en vano, se ha agenciado el 7 de noviembre como fecha para celebrar su elegancia y versatilidad. El Día Internacional de la Merlot es un homenaje a esta variante originaria de los viñedos de Burdeos, Francia, y que ha trascendido fronteras para cultivarse en casi todos los países productores de vino, desde Italia y España hasta Chile y Argentina.
Su nombre proviene del término francés merle, que significa “mirlo”, un ave atraída por el color rojo azulado de las uvas maduras.
La fruta deriva del cruce entre la uva Cabernet Franc y la Magdeleine Noire des Charentes. Sin embargo, el vino que produce tiene particularidades únicas: un vino de cuerpo medio a alto, taninos suaves y bien equilibrados y una acidez refrescante.
En materia visual muestra una intensa tonalidad rubí con destellos violáceos que se desvanece con su envejecimiento. A menudo se fusiona con la Tempranillo para potenciar aún más su sabor.
Por otro lado, su intensidad alcohólica y elegancia en boca son solo algunos de los elementos que hacen de esta cepa una elección popular para una gran variedad de maridajes. Son buenos acompañantes de carnes blancas, pastas y embutidos.
Algunos de los vinos más prestigiosos provienen de la denominación de origen Pomerol de Burdeos, la española Somontano empleada en producciones de la reconocida bodega Enate y su coterránea D.O. Penedès, oriunda de Cataluña.