El vino se conjuga en nuestro paladar como una melodía perfecta de sabores y matices que, gracias a su fondo, no deja de ganar adeptos. Dada su comercialización masiva, los controles de calidad necesarios para su producción son cada vez más rigurosos. Y, por ello, deben pasar siempre por un buen análisis enológico tanto para su venta nacional como internacional.
Análisis enológico: Más control, mayor calidad
El vino constituye en la historia humana un elemento indispensable de su apetencia y su amor por el disfrute. Abriéndose camino a través de los paladares más selectos, pero también de las lenguas comunes, su presencia es tanto un componente social y un valor de exquisitez, como un pequeño portal a la conexión con los sentidos. Por ello, su decurso en el mercado precisa de muchos procesos para valorar su calidad y superar los muchos controles que se establecen en el procedimiento. Bajo el nombre de análisis enológico, se trata de un proceso indispensable para que cualquier viñedo explote al máximo su producto y se regocije en su esperada y suave cata.
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Los llamados análisis enológicos están recomendados especialmente para bodegas y cooperativas que, a causa de su tamaño, no tengan el personal y los medios adecuados para realizar el debido análisis de control en las diferentes etapas de producción, elaboración y embotellado. Desde la uva al vino, pasando por la fermentación alcohólica y maloláctica o para bodegas que necesiten completar con empresas como Innotec su servicio de análisis de control. Además, cada vez son más rigurosos y exigentes los controles que el vino precisa para su comercialización, tanto en el mercado nacional como a la hora de exportar en el mercado internacional.
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Encontrando la orquestra perfecta
Lejos de cuanto podamos sentir en nuestro paladar, y sobre todo si carecemos de la habilidad de un experimentado catador, la calidad del vino encuentra distintos grados de medida para determinar su nivel. Además de los valores más aparentes como lo es su densidad o su color, la calidad de un buen vino también la determinan su acidez, su grado alcohólico, su pH o incluso el hierro. Dichos elementos, en la justa medida, orquestan una melodía bucal que distingue las diferencias entre vinos y que, además, se conjugan para cumplir con unos acurados estándares que deben yuxtaponer al mismo nivel sabor y salubridad.
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En esa línea es donde se sitúan los laboratorios enológicos, donde el análisis se realiza a rajatabla y abarca un amplio espectro para determinar su calidad en aras de superar cualquier control de seguridad alimentaria. Tras la vendimia, el vino no aparece por arte de magia, sino que requiere de un largo proceso para encontrar las notas justas de su composición final. Algunos factores, sin embargo, pueden alterar su resultado, lo que, además de una gran pérdida económica y un retraso en la producción, puede suponer un peligro para la salud pública.
De la calidad de la uva a los APPCC
Como se ha mencionado, son muchos los puntos que inciden en la valoración final de un vino de calidad. De hecho, el control sobre las uvas ya es un primer elemento de su control exhaustivo camino a su vinificación. Desde la variedad de la uva, su grado de maduración y hasta sus etapas de elaboración, donde entran en juego el estrujado y su fermentación. Asimismo, los posibles defectos más detectables de un mal proceso pasan por la turbiedad del vino o el mal olor, donde el olfato puede encontrar similitudes con la humedad, el corcho o el avinagramiento. Cualquier elemento olfativo que no forme parte de la personalidad buscada y que amenace con una mala calidad.
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Básicamente, y además de los protocolos que un productor de vino debe seguir con mano firme y sin desviarse jamás de su seguimiento, los análisis enológicos son un doble filtro para ahondar mejor en cuanto debemos saber acerca de nuestra producción. Del mismo modo que la composición del vino, aunque ajustándose a criterios según el productor, debe estar bien determinada en ciertos grados, algunos más variables que otros, es necesario el paso por un laboratorio. Y, en especial, la implementación de los Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico, o APPCC, con el objetivo de sistematizar el análisis enológico y prevenir cualquier posible fallo tanto en la producción de nuestro vino como, más allá, en restaurantes, clínicas o incluso geriátricos.
Cuestión de seguridad alimentaria
La seguridad alimentaria, huelga decirlo, es de suma importancia para un mundo donde la alimentación se ha industrializado y la producción en masa, aunque agilice las ventas, no dispone de tiempo suficiente para ser medida tramo a tramo. Los protocolos de seguridad, por lo tanto, se establecen como un método para evitar la revisión pieza a pieza de nuestro producto, del vino a las panificadoras, y regir toda la producción bajo un criterio férreo de salubridad que no permita fugas ni errores.
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Productos como el vino, que no dejan de ganar fieles consumidores alrededor del mundo, requieren de dichos protocolos para salvaguardad su salubridad. El disfrute no debe estar jamás exento de un control y un pertinente análisis enológico previo que asegure que cuanto nos llevaremos a la boca, en este caso un exquisito vino, se tan bueno como seguro.
Fuente: Vinetur