Miguel Torres es Director General de las Bodegas Familia Torres. Hoy nos cuenta la historia del vino Mas La Plana, el más emblemático de la casa; y de la finca de cuyas viñas sale desde 1970.
Empieza por aclarar que el éxito de vino, como el de muchos otros grandes productos, fue una casualidad. Decidieron plantar cabernet sauvignon en 1964 para poder ofrecer un producto que se asemejase a los vinos franceses de moda por aquel entonces, y como era una variedad muy adaptable parecía una buena apuesta incluso para el Penedés, donde no había más que un monovarietal de esa variedad por aquel entonces.
Como experimento casual que era, en la familia no acababan de acordar dónde y cómo distribuirlo. Para valorar mejor a qué mercados podían ofrecerlo, lo presentaron a las Olimpiadas Mundiales del Vino Gault-Millau en 1970… Y las ganaron. Fue un momento histórico, pues fue el primer vino español en vencer a todos los franceses en dicha competición.
Desde entonces, se han dedicado a mantener y trabajar la finca Mas La Plana. A día de hoy, Miguel comenta que están muy contentos con la viña, de 29 hectáreas, porque la diversidad de parcelas aluviales y frías (que dan acidez y frescura) y parcelas altas, arcillosas y calcáreas (que dan potencia y concentración de sabor) les permite ensamblar cada año un vino muy especial. Trabajan mucho en cuidarla, implementando en los últimos años medidas para las cepas tengan un mejor equilibrio natural a través de acciones de biodiversidad como corredores biológicos, panales de abejas, o nidos de pájaros. En sus propias palabras, "una gran viña es en la que la mano del hombre es muy limitada, en la que no hay química ni nada que vaya en contra de la naturaleza".
Para enseñarnos el producto, y que se nos haga la boca agua, Miguel descorcha y cata una botella de la añada de 2015. Se ve un vino con color, muy vivo; y Miguel lo describe como sedoso, suave en boca, de tanino largo y aromas complejos a ciruela, café, o regaliz.
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