En China, el té es un elemento tan común que incluso la palabra "restaurante" en este idioma significa "Casa de té”. Mientras que en Perú ancestral y sobre todo en el norte la frase “Chicherio” dibujaba en tu mente un lugar donde se come y se bebe, mejor dicho “restaurante”.
Nuestros abuelos cuando visitaban a algún amigo o llegaban a la casa de un familiar, la alegría por la visita se sellaba con un buen vaso de “Chicha”. En toda fiesta o acto ritual, la “Chicha” era sinónimo de culto. En la China, el Té no solo era una bebida común, cuando se recibe un huésped o un visitante especial, era imprescindible una taza de Té. Era el mayor gesto de respeto y alegría.
La Chicha de Jora, cuyo nombre primigenio es “Azwa”, no solo era una bebida sino también una forma de comunicación, si se trataba de la petición en matrimonio, el padre llevaba hojas de coca y pequeños Urpos (tinaja) de Chicha y se servía al padre de la joven, si este era aceptado y bebido el compromiso nupcial era un hecho. Si no masticaban la coca y menos bebían la Chicha, manifestaban su rechazo al contrayente.
En China, cuando el pretendiente deseaba casarse, enviaba un mensajero a la casa de la pretendida un presente con hojas de Té. La familia entonces preparaba el té y, si lo bebía, significaba que daban su consentimiento para la boda. Si, por el contrario, lo dejaban intacto, significaba el rechazo del pretendiente.
En Perú antiguo, al término de una contienda (de cualquier índole), el perdedor presentaba sus respetos al ganador. En una especie de manta, el derrotado, disponía adecuadamente las hojas de Coca y abundante Chicha para su aceptación y consumo. De similar manera en China, para pedir perdón a una persona de más edad, se le ofrecía té, y la manera de expresar la respuesta era idéntica a la de la petición de mano.
La forma de beber un vaso de Chicha y tomar las hojas de Coca no eran iguales en las distintas naciones incas, una especie de código de señales diferenciaban a los grupos étnicos. Podríamos decir que estos rituales y códigos, a su manera los chinos, también lo manifestaban cuando se reunían las diferentes etnias chinas.
En todas las casas chinas, tanto dentro o fuera de ese país existe un pequeño altar donde, cada día, la familia deja allí un regalito consistente en té, frutas e incienso, en honor de sus antepasados, de sus dioses y los espíritus. En algunos hogares del interior del Perú andino o de costumbres andinos, podemos ver una botella de chicha y un platito con hojas de coca. Es una muestra de respeto a sus Apus (espíritus).